Benidorm

Los eurofans españoles llevan meses viviendo una celebración. Las esperanzas ya casi disueltas de los amantes de Eurovisión en España han ido recuperando fuerzas poco a poco desde que RTVE, tras una profunda renovación de sus rostros, anunciara que rescataría el Festival de Benidorm como preselección de este país para el certamen europeo. Seis meses después, aquella vaga idea se ha materializado en el Benidorm Fest, una preselección que, más allá de contratiempos y eurodramas puntuales, ha logrado el hito de recibir el aplauso unánime de los espectadores.

El evento se ha estrenado este miércoles con su primera semifinal, una gala que durante una hora y cuarto ha demostrado el potencial técnico y humano de una RTVE que no acostumbra a mostrarse tan ágil, joven y actual.

El tándem formado por la cadena pública y Boomerang ha conseguido construir un festival que reivindica la música y Eurovisión, pero que también da una lección de televisión bien hecha y enseña sin complejos lo que RTVE es capaz de hacer si se lo propone.

Lo que los espectadores han podido ver este miércoles es un claro mensaje a Europa: España está capacitada para tener una preselección potente a nivel artístico, musical y televisivo, así como lo está para, en caso de hacerse con el micrófono de cristal algún día, organizar un Festival de Eurovisión que esté a la altura de las décadas que llevamos esperando ese momento.

El ritmo de la semifinal, de apenas hora y cuarto de duración, supone un rayo de esperanza para atisbar en el horizonte una televisión pública que no alargue hasta la extenuación sus formatos y que se fije en otras cadenas europeas de referencia, tanto para sus preselecciones eurovisivas como para el resto de espacios de su programación, especialmente los de entretenimiento.

En definitiva, más allá de aspectos mejorables como la duración de las postales o el escenario con excesiva apariencia de talent musical, lo cierto es que parece que RTVE ha encontrado por fin el camino para tener una preselección digna del cariño que se tiene en España al festival. Y lo más importante es que, además de encontrarlo, ha querido lanzarse a recorrerlo.

Los finalistas

Varry Brava y su Raffaella han inaugurado las actuaciones con un número digno de cualquier Festival de Eurovisión. El grupo ha decidido aprovechar el reclamo eurofán para dedicar un guiño a este público con una escenografía muy eurovisiva. Pero, además, por primera vez en muchos años la realización ha estado a la altura, haciendo que del colorido y rítmico homenaje del grupo a Raffaella Carrá un espectáculo televisivo que atrapa al espectador a la par que tranquiliza a los muchos escépticos que esperaban ver materializado el trabajo de estos meses en una realización digna de una cadena pública prestigiosa y respetable.

La segunda actuación del Benidorm Fest también mandaba un importante mensaje a los eurofans: que la tradición eurovisiva seguirá formando parte de RTVE en esta nueva era a la que muchos ya deseamos una larga y próspera trayectoria. Y es que Azúcar Moreno ha pisado el escenario del Palau d'esports L'Illa para mostrar cómo han evolucionado aquellas dos adolescentes que cautivaron a Europa con Bandido en 1990. Viendo al dúo extremeño interpretar Postureo sobre el escenario es inevitable hacer un recorrido por la historia de Eurovisión en España y el camino recorrido hasta llegar a este Benidorm Fest.

A pesar del privilegio que supone ver a dos grandes figuras eurovisivas de la talla de Azúcar Moreno volviendo a intentar representar a España en el certamen europeo, la propuesta de las hermanas Salazar no ha convencido al jurado y al público para pasar la criba de esta semifinal.

Blanca Paloma ha hipnotizado a los espectadores con una elegante propuesta que ha podido lucirse gracias a la impecable realización de la cadena pública. La cantante alicantina, con su impresionante voz y su poderosa presencia escénica, ha sido una de las sorpresas de la noche.

Unique ha llenado el escenario de color y movimiento. La boyband ha defendido Mejores con una propuesta escénica a la que no le ha faltado detalle: un piano, acrobacias, pirotecnia y hasta un beso entre dos de sus integrantes. Los cuatro jóvenes lo han dado todo para poder estar en la final y demostrar que su género sigue estando de actualidad, pero finalmente no han conseguido un hueco en la gala del sábado.

Tanxugueiras ha sabido trasladar al escenario su esencia que combina la tradición del folklore gallego con los sonidos modernos. Con una puesta en escena en la que predomina el negro y el dorado y unos fondos que rinden homenaje a las antiguas pandereteiras, las gallegas han sido las grandes protagonistas de la noche por la sorprendente disparidad de criterios entre el jurado y el público: han sido favoritas en el televoto y penúltimas para los jueces. No obstante, esto no les ha impedido ganar su plaza en la final.

Por último, Chanel ha arrasado sobre el escenario como un torbellino de sensualidad y color. La artista ha defendido SloMo de forma magistral, con una coreografía de infarto, sin descontrolar los vocales y demostrando un carisma que ha conquistado al jurado y al público, quienes la han alzado como ganadora de la semifinal.

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