Este lunes, la cuarta edición de Maestros de la costura vivirá su semifinal. Una competición a la que ha llegado el repescado Ancor, Lluís, Yelimar, Gabriel y Laura. De todos ellos, quizá Ancor es el que parta como favorito para alzarse con el maniquí de oro, que supone un premio de 50.000 euros y un curso de formación especializada en Diseño de Moda. Sin embargo, Lluís también hace muy buenos trabajos, y Yelimar es un ejemplo de superación y de disciplina en el taller.

Luego están Gabriel y Laura, dos concursantes que los espectadores se preguntan semana sí, semana también, que cómo han llegado tan lejos en la competición. Sobre todo, teniendo en cuenta que por el camino se ha quedado gente que tenía un gran potencial y que había entregado muy buenos trabajos como Mily (la última expulsada), Javier, el fallero, o Nani, la militar.

Nadie pone en duda que, en unas condiciones normales, alejados de la competición, tanto Gabriel como Laura sepan hacer buenos trabajos de moda. Sin una cuenta atrás de dos horas, pudiendo ir a una mercería (o a una tienda de telas) todas las veces que lo estimen oportuno. No teniendo que hacer cola para bordar una etiqueta.

Es más, Laura habla a menudo de cómo se prepara cada día para el concurso, que hay cosas que en la casa en la que viven le salen bien, pero luego en el plató no; un testimnio que sus compañeros validan.

Sin embargo, con las cámaras encendidas se bloquea, deja costuras sin rematar, falla, en definitiva. Ha tenido alguna prueba brillante (fue una muy buena capitana por equipos en el programa cuatro), pero ese éxito parece una simple anécdota comparada con todas sus meteduras de pata. En el quinto programa hizo un traje tan malo que María Escoté lo calificó como el sucesor del famoso “león come gamba” de MasterChef. En otro, presentó una prenda que Palomo Spain le preguntó si era “un top o una croqueta”.

De hecho, ser la mejor en aquella ocasión le permitía un poder: o bajar a la prueba de eliminación, o mandar a los miembros de su equipo. Ella se decantó por la segunda opción, y entonces terminó expulsado Ancor, que no supo defender un traje de trap.  

¿Se merece Laura llegar a la final? Realmente, no. Ella se ve sobrepasada por el concurso, por la competición y por las reglas. A veces ha salido muy favorecida por parte del jurado. En el programa seis, por ejemplo, hizo tres desastrosas pruebas. Llegó a estar en la cuerda floja de la eliminación, pero los jueces sorprendían al echar a su compañero Javier, que no tuvo un buen desempeño a la hora de reciclar un traje de novia, pero que había tenido una trayectoria ascendente. De hecho, en esa misma entrega el valenciano había entregado un muy buen bikini que, sin embargo, no sirvió de nada.

No le va mucho mejor a Gabriel, al que Caprile echó una sonora bronca hace unas semanas, cansado de chapuzas. El joven extremeño se bloquea, deja los trabajos sin terminar, no sabe dar más de sí. Sus justificaciones más habituales son que hace lo que puede, y que había poco tiempo para la confección.

En el tercer programa de la edición, Caprile le dijo en la primera prueba que su trabajo no se podía permitir, y le dió un mandil negro que le llevaba directamente a la prueba de expulsión. 

No pienso llegar hasta el final, no pienso ser ganador porque aquí hay un nivel impresionante. Venía a divertirme, cosa que no está sucediendo. Visto lo visto, creo que desde el sofá de mi casa lo veo con más tranquilidad”, decía Gabriel a cámara entonces, pareciendo que tiraba la toalla. Una actitud que no mejoró mucho en los siguientes episodios, si bien, hay que decir que sus peleas con Lluís no ayudan a su concentración.

No olvidemos que la pasada semana tuvo una desastrosa prueba inicial, en la que ni siquiera cogió la tela que necesitaba. Debía entregar un mono de protección, y a él solo le dio para hacer unos pantalones.

¿Cómo han podido continuar ambos en el concurso? Fácil. Maestros de la costura es el programa de las reglas mutantes, cambian según el día, por sorpresa, inexplicables muchas veces.

Hay caramelos envenenados como el de Laura, que al ser la mejor tenía la opción de ir a expulsión (¿alguien le encuentra sentido?). Los aprendices se cambian los trajes a medio confeccionar diciendo que eso pasa en la vida real. Se hacen expulsiones en la primera prueba de forma gratuita, otros días no se va nadie sin que se hayan hecho trajes brillantes en la prueba de expulsión.

Y así, entre prueba y prueba, regla y regla, es como Gabriel y Laura han ido salvando el cuello y llegando más y más lejos en la competición. Ojo, que todavía nos dan una sorpresa y llegan los dos a la final, que cosas más raras se han visto ya en este programa.

Noticias relacionadas