Opinión

El ingeniero de montes Ramón Tamames

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La moción de censura de Vox al Gobierno ha hecho plasmar chorros de tinta, porque una figura importante del mundo intelectual de España, que ha derivado desde la izquierda en los años de la transición hacia posiciones más liberales en el ya entrado siglo XXI, ha usado a Vox para tener voz propia en el Congreso de los Diputados. Vox por su parte ha usado a este hombre en su propio beneficio que no es otro que intervenir y ganar protagonismo respecto al PP.

Los ingenieros pierden protagonismo en el siglo XXI, sin embargo la ciencia pura como la matemática, la química, la física, o la biología ganan protagonismo y prestigio, de ahí que para acceder a estas carreras se pida cada más nota y entren en ellas los mejores estudiantes.

Vivimos en un mundo donde la ciencia se hace imprescindible para dar respuesta a la pregunta de dónde venimos a dónde vamos, preguntas a su vez que nacen de la filosofía de nuestra esencia. Cómo se originó la vida. La ciencia gana protagonismo sobre la tecnología. La tecnología espacial, la tecnología aeronáutica, la tecnología de las comunicaciones, tantas tecnologías desde que Leonardo da Vinci intentara en sus planos diseñar los primeros aviones. He aquí que todas estas tecnologías, como último paso la robótica, han construido herramientas que facilitan la vida de la humanidad desde el descubrimiento del fuego, porque la ciencia se descubre, el fuego es ciencia, y el crearlo con palos y una piedra es tecnología.

Así que toda ciencia es un descubrimiento de la realidad existente en el universo. La ciencia sin la tecnología se queda coja. Es más necesaria que nunca. En la sanidad, la economía, la sociología y la propia ciencia política pues la ciencia no es sólo los números o las células. La ciencia es usar el método científico para descubrir a través de la experimentación si las hipótesis son ciertas y se pueden elevar a un nuevo descubrimiento.

Los montes, la deforestación. Tal vez haya sido el ingenio de Tamames, a través de un ingeniero de montes que le comentó que también hay árboles y lo que pasa con ellos es importante.

Porque Pedro Sánchez no descubre nada, no hay en él el investigador capaz de ver que está pasando en la sociedad española, está desertizándola. La sociedad es un gran desierto sin agua. Sin alimento. Tampoco sabe lo que es la ciencia política. Es un político de postín. Es un hombre del mineral, de las minas. Esta bajo la tierra, bajo el latir de una sociedad hastiada de su manoseada palabra de progresismo, y de la palabra de derecha y extrema derecha. No sabe. Cuando hay una incertidumbre simplemente se pierde. Es un hombre de arena, pensemos en el romántico alemán Hoffmann que tanto habló del artista que escucha su propio eco para gustarse a través de una mujer robot que le sigue la corriente. El artista que se gusta a sí mismo. Se enardeció con cada palabra que empleaba en frases vacías.

Tamames se salió del guion filtrado con un árbol. Una cosa tan sencilla y compleja, los montes se estudian en ingeniería. Y la soberbia de Pedro Sánchez cayó en el desierto de su política. Pues él está interesado en lanzar el mensaje de que España ahora pinta en la Unión Europea, como nunca jamás.  Pintar como el niño gallito, porque el artista precisa humildad y alma. El arte de la política es hablar en contra del venerado Churchill para hablar de Inglaterra y el atroz colonialismo sobre la India. Está Tamames aquí descubriendo fuego. Abriendo los ojos. Ahora que Zapatero quiere pedir perdón a López Obrador y México.

Un árbol férreo fue Tamames con sentido del humor en la réplica a la exhibición narcisista de Sánchez. Para eso hay que saber. El saber del que este gobierno carece. Llevando a la sociedad, a la ausencia de especies naturales. Se ha perdido la naturalidad, construyendo este gobierno con verborrea estructuras sociales sin ciencia ni razón. Pues la razón es parte fundamental de la ciencia. La que para la izquierda le quitó a Tamames la artimaña de Vox. Sin duda deleznable.