Opinión

Primera plana

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En la película Primera Plana, Billy Wilder visualiza el papel del periodista de pura raza sin dejar de usar la ironía y el humor.

El periodista tiene responsabilidad. Me doy cuenta estos días cómo se sigue la guerra de Ucrania, con qué profesionalidad y riesgo de la propia vida de los reporteros de guerra, caras cansadas vía wifi o a través de cámaras, en medio de los edificios bombardeados mostrando un trozo de metralla en las manos. Todos ataviados con sus cascos y sus chalecos antibalas.

Si somos capaces de seguir la trágica guerra es a través del periodismo, del reportero de guerra, pero también del cronista que deja su huella indeleble escrita sabiendo que puede ser usada en cualquier momento en su contra, pues la libertad de expresión puede llegar a pagarse muy cara, no sólo ya en las dictaduras sino en países democráticos como Francia, con el asesinato de los periodistas de la revista Charlie Hebdo por mostrar caricaturas de Mahoma.

Así el periodista que se deja la piel corre un riesgo, a veces son las criticas feroces de una parte de la sociedad que no llega a ver la pelea entre la realidad objetiva y la subjetividad, pues los datos son cosas de la matemática, y allí donde hay palabra hay subjetividad, que por otra parte bienvenida sea. Pues uno quiere escuchar a éste o aquel periodista, o leerle buscando parte de su posicionamiento ante los elementos de la realidad. Si no el periodista sería un mero transmisor de datos, cosa que como se ve en “Primera Plana” no es así. El articulo cambia según va evolucionado la situación del sentenciado a muerte, pero las palabras las dicta la subjetividad del personaje de Lemmon, dicho sea de paso, dirigido por el personaje de Walter, pues no hay periodismo sin dirección.

Cuando se estudia ingeniería por poner mi ejemplo, los problemas se resuelven con la técnica. El periodista lejos de usar los números o las matemáticas, que decían muy poco a la escritora Virginia Woolf por carecer de subjetividad y no caber en ellas el lenguaje sensible, no sólo plantea problemas de carácter humano al espectador, en los diferentes ámbitos en los que se desarrolla la noticia, sino que les da solución, pues muchas veces el periodismo es capaz de cambiar políticas y sensibilizar a la sociedad.
Y esto sólo es posible a través de las personas que hay detrás de la prensa. Sacar problemas del fango y con valor darles una expresión es tarea en la que hay que mojarse, como Lemmon se mancha de tinta cuando escribe en cuartillas el relato del sentenciado a muerte.

Se dice que el periodismo debe de ser neutral, a mi entender nada más lejos de la realidad, y mientras quepa la subjetividad será la noticia un ente vivo.
Los lectores no necesitamos matemáticas, la mayor parte que se dan en las portadas con gráficas resultan aburridas y uno rápidamente se enfrasca en el análisis, y la opinión del periodista que las interpreta.

En el periodismo hay mucha responsabilidad, se dice que hay medios que manipulan, los medios sesgados a las órdenes del poder, y un medio debe de ser libre y estar sujeto a su línea editorial donde cabe la subjetividad, la expresión de las personas sobre datos concretos, no la falsedad o la mentira. Normalmente el periodismo muy cercano al poder se convierte en propaganda, entonces ya la tinta no borbotea en la cuartilla escrita al ritmo del pensamiento crítico y así se termina cogiendo el tren que separa el buen periodismo del malo y en el que el  humor del cronista o en su caso la ironía siempre tiene cabida, se hable del tema que se hable. La comedia y la tragedia se juntan, en algo tragicómico que todos necesitamos conocer.