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A tiempo hasta las malas noticias son buenas

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El Barça ganó en el Santiago Bernabéu y eso, en sí mismo, es una muy buena noticia. Pero si se añade que ganó de forma contundente, dándole un baile y metiéndole una goleada a su archirrival de toda la vida, actual líder de La Liga, la buena noticia tiene visos de excelente.

Y lo es. En primera instancia, para la gente del club, toda. Desde su presidente, Joan Laporta, que ha debido capotear las vacas flacas, hasta aquella persona anónima que riega el césped del Camp Nou en horas en las que el fútbol no es luces, cámara, acción. Esto sin dejar de lado al hincha, que lleva años alimentando el deseo de ver un Barça espectáculo, parecido al que en su momento dirigió Pep. Y tampoco a Xavi, que poco a poco le ha devuelto al Barça el ADN de antaño: balón al pie, toque de primera intención, presión alta, recuperación rápida, circulación, dominio, etc.

Sin embargo, pasando por alto lo obvio, también es una excelente noticia para el fútbol español en general, que, tras un cambio de ciclo generacional, en los últimos años ha perdido puntos en cuanto a nivel interno de competencia. Entonces su vuelta al ruedo es sinónimo de que habrá otro hueso duro de roer. Por lo que el esfuerzo de pequeños, medianos y grandes para alcanzar sus objetivos y mantener el engranaje a tono será mayor. Con lo que gana toda La Liga.

Ahora bien, lo que para el Barça es una excelente noticia, visto desde la perspectiva del Real Madrid es una muy mala noticia. O al menos esa es la lectura más evidente. Perdió por goleada en su patio, delante de su publico, frente al equipo que le ha propinado las más grandes derrotas en los últimos lustros. Y eso es fatal. Punto.

No obstante, visto desde otro ángulo, ese baldado de agua fría puede tener un efecto positivo. ¿Cuál? Puede, si se maneja bien el mensaje detrás de la derrota, ayudar a que El Madrid ponga los pies en el suelo. Y es que, después de que milagrosamente el conjunto capitalino eliminó al PSG, un halo de triunfalismo envolvió su futuro. Y no era para menos. Con apenas algo más de medio curso transcurrido, tiene La Liga en el bolsillo. Algo inédito en los últimos años. En la Champions, tras eliminar a los nuevos galácticos franceses, super favoritos en esta edición, ya se metió entre los ocho mejores de Europa. Algo que, uno sobre otro, esta vez no parecía posible.

Entonces, al margen de la frustración madridista, la muenda del Barça, el 0-4, el baile, la fiesta del rival de marras, en últimas, últimas, últimas, aterriza al Real Madrid modelo 2021-2022. Un conjunto con alto potencial, pero con tranco justo, apenas aceptable. Un conjunto al que, antes que sobrarle ideas y fútbol, le falta. Un conjunto en el que sus máximos referentes actuales, Luka Modric, Karim Benzema, Toni Kroos, se aproximan a edades de retiro. Un conjunto en el que algunos de sus antiguos gladiadores, como Marcelo, Bale e Isco, apenas si salen en la foto publicitaria. Un conjunto que se la jugó como gran contratación por Eden Hazard, en su momento mejor jugador de la Premier League, pero que en Madrid no ha dado píe con bola. Un conjunto que sigue apostando por Vinícius Junior, aunque el joven brasilero sigua lejos de ser un jugador definitivo, tipo Cristiano o Mbappé. Un conjunto cuyo técnico, Ancelotti, quizá limitado por los jugadores con los que cuenta en su haber, no ha logrado darle una identidad clara de juego al equipo. Un conjunto en el que algunos revulsivos, llamados a comandar otra época, como Mariano, Rodrygo, Vallejo, y hasta Jovic, casi ni cuentan. Un conjunto que, sin duda alguna, tendrá que empezar una revolución de cara al futuro más temprano que tarde.

Aun así, la derrota frente al Barça, dolorosa sin duda, podría ser esa cachetada que se necesita cuando todavía hay tiempo de corregir el camino. Porque, aunque aun hay Liga de sobra, el Madrid, con esfuerzo, concentración, amor propio, tiene, aunque no de sobra, con qué sacarla adelante.

Y lo mejor, en la Champions le quedan dos tiros en la recamara. Debe saberlos utilizar, eso sí, porque de aquí hacia adelante en el escenario europeo nada será fácil. Menos en el estado de fragilidad humana de este Madrid. Pero hay opciones y eso es lo importante. Por eso, para centrarse en el futuro, hay que pasar la pagina cuanto antes. Ver que, a nivel de la mejor competencia de todo el planeta, aun hay espacio para subir un peldaño más. Uno más. Y si eso sucede y, pese a sus grandes limitaciones actuales, avanza y avanza, quizá hasta a final de curso haya que agradecer al Barça por la pertinencia temporal en darle, en forma de baile y de goles, tan mala notica.