Opinión

La visita de la tierra

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. Manuel Asur

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Las ciencias ignoran de dónde viene la vida. Ningún laboratorio ha sido capaz de crear una célula, ni una sencilla semilla, ninguno construir desde la materia muerta un poco de vida. Por tanto, morir no es regresar a la tierra. No es volver a ella. La vida está en ella, pero su génesis se ignora. El célebre “polvo eres y en polvo te convertirás” es pura necedad. Necedad que halló certera crítica en Quevedo: “polvo seré, mas polvo enamorado”.

 La vida no muere, se esconde. Aparece, pero nadie sabe cómo es o desde dónde fue posible su estructura biomolecular.  Por estas razones, el poeta puede proclamar que no hay muerte. La vida abandona el cuerpo y devuelve a la tierra, a su condición inorgánica .A la poesía tampoco le pertenece la tierra, no se queda en ella, la visita y se va entre los andares del verso.

LA VISITA DE LA TIERRA

El día que yo me muera,

no me queméis en un horno,

llevadme bajo la tierra,

pues creo que, de algún modo,

entre los gusanos queda

siempre alguno medio loco,

que ha de escucharme un poema

y no me coma ni un poco.

Si acaso así nadie hubiera,

sin duda, yo voy a sentir,

cómo me enreda una hiedra

para con ella subir,

llegada la primavera,

más allá de su raíz,

¡arriba! en la arboleda,

donde esperaron por mí

las alas de las libélulas,

un liliputiense abril

y la vida de una célula,

que jamás dejar debí.