Y en pleno siglo XXI, a las puertas de Europa, vuelve a haber una guerra, producida por la invasión por parte de Rusia a un país democrático cómo Ucrania.
Una guerra que tiñe de sangre y devastación, en la ucranianos, se han visto obligados a dejar su hogar, su familia y ha refugiarse en países fronterizos con frío, nieve.
Un país, en que los niños lloran, no dicen nada, cómo estatuas inmóviles, causadas del shock por el horror vivido.
Mientras en el resto del mundo, nos preocupamos por la subida del precio del gas, los carburantes, el aceite de girasol.
Y los políticos siguen en sus grescas diarias de pactos, de despilfarro, de subidas de impuestos en un contexto socioeconómico complicado, que lleva a la población a ver cómo el balance de ingresos y gastos hacen más complicado el día a día.
Esta es una guerra a las puertas de Europa que intenta acabar con los valores democráticos.
Mientras tanto, la solidaridad de los países europeos se está volcando en ayudar, las negociaciones diplomáticas y bilaterales entre Ucrania y Rusia, no llegan a acuerdos, la masacre continúa.
La solución no es fácil, cuándo Rusia tiene en su poder tal cantidad de arsenal nuclear y bélico y un tirano de tal calibre cómo presidente.
Los principios y valores de la democracia nunca deben estar en silencio.