Opinión

Queríamos otra cosa

Rigoberta Bandini en el Benidorm Fest.

Rigoberta Bandini en el Benidorm Fest.

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El sábado vimos casualmente la gala final del Benidorm Fest: cenamos en casa de nuestros padres y es tradición sentarse después en el sofá, ver en principio lo que se esté emitiendo en La 1.

“A mí me gusta la canción de tres chicas gallegas”. Comentó mi hermano, que había visto por encima la gala anterior de semifinales. “Están entre las favoritas”.

Algunos nombres nos sonaban, a los Millennials: Rigoberta Bandini y Rayden, por ejemplo, de Spotify o vídeos alternativos en YouTube. Especialmente los de ella los recordaba por peculiares.

Cuando vimos la actuación de “Ay, mamá” nos divertimos. “Mamamamamama” cuatro jovencitas bailando hacia un lado del escenario sin demasiado orden, cogidas del brazo. “¡Oye pues yo quiero que vaya esta!” No la habíamos terminado de escuchar ni la habíamos escuchado nunca, pero estaba decidido. Nos hacía algo más que gracia.

Después la canción sube, se vuelve épica. Pega al salto al mundo de la simbología. Un guiño a "La Libertad guiando al pueblo" de Delacroix. La teta gigante podría resultar vulgar, no venir a cuento; y el tema trillado y difuso, entre tanta bandera vaga de ideología feminista. Pero el tono es ligero y simpático; no busca sermonear. Y la melodía pegadiza. De alguna manera se hace un contrapeso inteligente. Hasta el título “Ay, mamá” parece pensado para restar seriedad. Conecta con el público porque no es una actuación perfecta. Ni individual.

El tema universal. Todos los espectadores entenderían la palabra que tanto se repite. Potencial de himno “eurovisivo” al estilo “massielano” "La la la". Cuanto menos sería una apuesta diferente y original.

Al igual que las Tanxugueiras: folclore alternativo, baile hipnótico y tradicional. Culto nocturno con pandereta en mano: “Ailaralalá”. Lenguaje dicen que inclusivo, debate en redes. Canto local-universal. Tanto mundo globalizado y comercial. Vinculación con nuestras raíces; nada de espanglish o fiestas en Miami. Una imagen de “lo español” representada en su pluralidad. Las hubiésemos votado en segundo lugar.

Porque al fin y al cabo todo va de eso: de narrar historias. De representaciones. Un debate que ha trascendido más allá del festival por lo que implica el peso de la representación. Dos himnos y nuevas sensibilidades. ¿Cambio de paradigma? ¿Ideológico o musical? Frente a un baile profesional, de coreografía y ejecución impecables; repetido hasta la saciedad en el imaginario audiovisual colectivo. Que gran parte del público considera no representativo (no para ocupar el primer lugar). Y una Chanel arrolladora y deslumbrante, apoyada por la lógica del jurado profesional.

La letra, el mensaje: el gran detonante. La mami dura “que vuelve loquito a todos los daddies” queda eclipsada por la idea casi sagrada de madre naturaleza o madre natural. A su vez terrenal. En definitiva por la fuerza de un himno de carga lírica, colectiva y emocional. Humor, cambio de ritmos, aire fresco, nueva música. ¿El baile “tradicional” de diva divina, sexi e inaccesible está perdiendo un poco de fuelle? Aquí la sociedad se divide: ya no sabemos ni qué es el empoderamiento femenino.

Más allá de la cuestión "ideológica" de trasfondo, ¿el descontento popular refleja acaso un cambio en la tendencia musical? ¿La industria de la música latino-reggaetonera se ha exprimido ya tanto que no podrá dar mucho más de sí? ¿Que empezó ya a cansar?

Gustará, en mayor o medida siempre.

Pero la gente (voto del público y voto demoscópico) este año quería otra cosa.