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No es país para moderados

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La moderación. 

La moderación es un concepto sumamente nuevo para una cantidad de gente que sorprende por su inmenso número. ¿Qué significa ser moderado? Significa ser una persona que es capaz de pensar por sí misma, contrastando opiniones, informaciones y preguntándole de cara a la realidad. La realidad transmite una especie de vibración que, en España, evita que alguien que quiera ser moderado se atreva a serlo. El español no es que no pueda ser moderado por naturaleza o porque es de sangre caliente como tantos dicen, no, el español tiene miedo de no ser aceptado, por lo que tiene que tomar partido por una u otra posición terriblemente dogmática.

En España seguimos con la necia dicotomía entre fascistas y comunistas. Se puede comprobar con un simple vistazo en cualquier tasca que el 90% de los parlantes desconocen el concepto de fascismo o de comunismo; desconocen, por ejemplo, que el fascismo es un pleno defensor del estatismo, pero que también es profundamente anticomunista, por lo que no vale el iluminado de turno que dice “son dos caras de la misma moneda”. En fin, que el que considera fascista a su rival, no tiene ni idea de lo que es el fascismo, y el interpelado tampoco tiene ni idea de a qué se están refiriendo.

Pero es que otro tanto ocurre con el denominado comunismo. Otro 90% de la población española desconoce el concepto de comunismo; denominan así a partidos, asociaciones o personas que tienen un pensamiento socioliberal, socialdemócrata e, incluso, ecologista. Comunista viene de la comuna, es decir, la comunidad de los bienes repartidos de manera acorde al trabajo realizado por cada uno; esa es la teoría. Por cierto, nunca se ha llegado a implantar el comunismo; lo más que se ha conseguido es un socialismo más o menos avanzado con los resultados conocidos por todos.

Por tanto, la simplificación a la que hemos llegado en la vida política, social y académica raya la estupidez supina. Estamos ante una situación de crecimiento técnico y tecnológico, pero que carece de una evolución en un sentido de crecer en el ámbito ético. El atraso que se está produciendo genera la carencia de moderación.

La mentira que se atribuye al moderado

Las personas que hablan del moderado lo definen como una persona tibia, sin opiniones, carente de intereses, egoísta o ignorante. No, ser moderado significa ser capaz de ponderar las opiniones de muchos seres humanos, formen o no una ideología concreta y compacta. La moderación implica creer en la posibilidad de llegar a acuerdos, de carecer de prejuicios y de intentar mejorar la convivencia; es el sentido común, el de verdad.

El grave peligro que acecha a España

Si la figura del moderado se sigue atacando con la furia actual, es bastante probable que vivamos tiempos difíciles; no me refiero a una vuelta a las trincheras, no, más bien a un silencio que nos atenaza, que nos dificulta la vida, que nos hace infelices, menos capaces de expresarnos, más grises en definitiva.

En definitiva, espero que haya una profunda reflexión en nuestro país sobre lo que queremos ser, en qué queremos convertir nuestra democracia: si en un auténtico lugar en el que brotan las ideas, se debaten y convergen, o en un espacio lleno de miedo y que rehúye la sana dialéctica.