Opinión

España en Ava Gardner

Ava Gardner.

Ava Gardner.

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El 25 de enero de 1990 fallecía en Londres, a los 67 años, Ava Lavinia Gardner. Había vivido en Madrid unos 13 años y se fue a causa de la persecución, a través del ministerio de Hacienda, propiciada por Fraga Iribarne, “Braga” Iribarne, decía ella. Un error, pues la presencia de la artista en Madrid, dejaba más dinero a la Administración que subirle los impuestos. Pronto se ofreció Inglaterra a acogerla.

Fue la mujer más bella del cine. Vivía sola, independiente y libre. Hacía lo que le daba la gana. Raramente un artista llega a esta sublime condición sin subvenciones y servidumbres ideológicas.

Ava, para combatir la soledad, se hizo amiga de la noche. Las noches de Madrid. Se enamoró de España y de sus hombres. Además, “todo era endiabladamente barato”. Tuvo amantes célebres y no célebres. Dos o tres lograron casarse con ella, pero ninguno reducirla a la monotonía del matrimonio. Pudo tener hijos, pero no quiso. Nunca se arrepintió, pero confesaba que este hecho le hacía sentirse inmensamente desgraciada.

La palabra “feliz”, no cuadra con “La Condesa Descalza”. Mejor, la dicha de vivir, como escribió Albert Camus. ¿Y cómo es la naturaleza de esta dicha? Tiene mucho que ver con lo que Epicuro entendía por “ataraxia”, la serenidad, no la calma. Este término griego no se entenderá nunca sin antes leer directamente los escritos del filósofo griego. Un profesor no basta. El mejor conocimiento es el que se toca directamente con la mano. No busca otra cosa quien sabe leer y escribir.

El poeta celebra a Ava Gardner, como un desafío, en estos momentos, a la mucha demagogia, que, como un patógeno, se ha instalado en la pandemia y sus ridículas olas.

ESPAÑA EN AVA GARDNER

Del cine la más bella fue Ava Gardner,

España la enamora y satisface

con las hábiles manos de las artes:

la belleza sólo es, cuando se hace.

En la ciudad oscura la recuerdan

iluminando noches que no acaban;

independiente fue Ava, nunca sierva

del dinero, del amor y de la fama.

Un ministro de Franco la amenaza,

Inglaterra a acogerla se apresura,

por Madrid aún vaga la nostalgia

de tanta libertad en la hermosura.