Opinión

La nueva movilidad será sostenible o no será

Una imagen de archivo de una parada de la EMT.

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La sostenibilidad es la clave de bóveda que sostiene el futuro de la movilidad. Al menos de la europea y española. Tanto de las personas como de las mercancías. No hay alternativa. Urge cuadrar el círculo de un puzzle compuesto de piezas tan paradójicamente difíciles de casar como la economía, el medio ambiente y el bienestar de las personas.

Hasta el último y más pequeño municipio de este país ya está pensando en movilidad sostenible. Los de más de 50.000 habitantes tienen, además, que poner en hora sus Planes de Movilidad antes de 2023, y desarrollar ordenanzas que incorporen los mandatos recogidos en la Ley de Cambio Climático y Transición Energética aprobada el pasado 13 de mayo.

En los meses previos a la aprobación de esa Ley iniciativas como Somos Movilidad estuvieron investigando, entrevistando en muchos casos, a esos ayuntamientos de más de 50.000 habitantes, unos 140 en toda España. Ni uno solo no estaba contemplando ya cómo "ordenar" la movilidad en su territorio para hacerla más sostenible.

Todos, sin excepción, tienen una visión o un plan concreto para regular el transporte de mercancías y personas, en este último caso con una clara orientación: arrinconar al vehículo privado, más aún el de combustión convencional, y fomentar el transporte colectivo, con fórmulas como el car-sharing, pero especialmente el público, apostando por vehículos eléctricos y electrificados, y de biocombustibles alternativos al gasoil y la gasolina, incluso combustibles sintéticos con una huella de carbón neutra; desde una perspectiva, además, multimodal, que integre tecnológica y eficientemente las rutas en autobús en el itinerario completo a seguir por un viajero.

No hay alternativa. La movilidad del futuro, sobre todo la urbana, será sostenible o no será. Para entenderlo es importante conocer el origen y evolución del concepto de sostenibilidad. La movilidad sostenible es un compromiso adoptado por Naciones Unidas en el Acuerdo de París de 2015 y en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, los conocidos como ODS, recogidos en la Agenda 2030. Pero es también un propósito de la Unión Europea concretado, entre otras iniciativas, en el Pacto Verde Europeo y en la Estrategia Europea de Descarbonización.

Y, por supuesto, forma parte de las preocupaciones de la sociedad española canalizadas política y legalmente a través de la ya mencionada Ley de Cambio Climático; pero también de la futura Ley de Movilidad Sostenible y Financiación del Transporte. Es un compromiso, pues, y un objetivo, sobre los que existe un amplio consenso mundial. Con arraigo, por ejemplo, en Estados Unidos desde hace décadas con su “movimiento” Green New Deal (desde Bernie Sanders a Alexandria Ocasio-Cortez) y cada vez más en esa gran potencia económica -y contaminante- que es China. No hay alternativa. La sostenibilidad es el horizonte de futuro compartido por las sociedades civiles, los organismos internacionales y los países que marcan tendencia. Sostenibilidad en sentido medioambiental, pero con claras implicaciones económicas y efectos sobre el bienestar de las personas.

La primera vez que se utilizó la palabra sostenibilidad fue en 1987 en el conocido como "Informe Brundtland" de la doctora Gro Harlen Brudtland, primera ministra de Noruega por aquel entonces, que presidía una comisión de la ONU sobre los límites y efectos no deseados del modelo económico mundial. Esa comisión elaboró un documento (“Nuestro futuro común”) que definió la sostenibilidad, o el "desarrollo sostenible" planteándolos como una visión y el establecimiento de políticas orientadas al cumplimiento de un objetivo: “Satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus propias necesidades”.

Desde entonces es el sentido que en general se ha dado a la sostenibilidad. Y que, en materia de transporte, ha generado un gran consenso planetario sobre la urgencia de evitar los efectos que la movilidad tradicional está teniendo sobre el medio ambiente y la calidad de vida de las personas. Fundamentalmente dos: el “calentamiento global” fruto de los Gases de Efecto Invernadero (se prevé un aumento medio de la temperatura de 1,5ºC entre 2030 y 2052 en relación con la era preindustrial) y los problemas de salud derivados de la “contaminación localizada” (sobre todo en grandes ciudades).

En el actual contexto de la evolución de nuestras sociedades, de su toma de conciencia sobre los horizontes posibles del ser humano, la movilidad solo puede ser sostenible.  Estamos hablando de economía (de desarrollo sostenible) y de salud y bienestar (de calidad del aire). Pero, también, una vez establecido el marco legal por parte, en nuestro caso, de la Unión Europea y el Gobierno central, del establecimiento de políticas públicas que incentiven la movilidad sostenible y contribuyan a crear ventajas competitivas para las empresas y ciudades que se orienten a ella. Y en esto estamos. Intentando cuadrar el círculo.