Opinión

No podemos perder más oportunidades en España

Pedro Sánchez y Pablo Casado se saludan en la escalinata de La Moncloa antes de su reunión.

Pedro Sánchez y Pablo Casado se saludan en la escalinata de La Moncloa antes de su reunión.

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Aprovechando la visita de Angela Merkel a Yuste para la entrega del premio Carlos V, PP y PSOE han pactado, CGPJ al margen, la renovación del resto de los órganos constitucionales. Precisamente, fue Merkel la que apostó por la Gran Coalición en Alemania, y el resultado trajo la estabilidad necesaria para capear con mano firme y sin giros bruscos las grandes crisis que han azotado Europa y el mundo en este turbulento inicio de Siglo XXI.

A día de hoy, en España, necesitamos un gobierno de este calado. A mi entender hubo una posibilidad de ensayo de lo que sería una Gran Coalición si Cs y PSOE hubiesen pactado tras las primeras elecciones post moción de censura. De haber fructificado ese pacto, hoy tendríamos un gobierno mucho menos dependiente de los populistas de izquierda y de los independentistas, cuyo apoyo es tan frágil como un martillo de cristal, y en cambio Cs (ese partido que quería aunar a los liberales en España) no habría pasado al ostracismo, sino que estaría ocupando un lugar en el corazón del gobierno y del Estado, frenando los impulsos más radicales del PSOE y sirviendo de puente con el PP para lograr pactos de Estado duraderos.

Esa oportunidad se perdió y no volverá, pero habrá otras. Según la mayoría de encuestas parece ser que las próximas elecciones, todavía lejanas, arrojarán un resultado que a efectos de gobernabilidad implicará una reedición de la actual coalición de gobierno con los apoyos parlamentarios conocidos (PNV, Bildu, ERC, etc.) o una coalición o pacto PP+Vox con apoyo de otros partidos pequeños.

Cualquiera de las dos alternativas se me antoja más un problema que una solución, dado el carácter populista y extremista de Podemos y Vox y de la reacción que este tipo de gobiernos provocan en la mitad de la población que no se siente representada por ellos y que incluso los considera ilegítimos. Ya hemos visto en esta anterior legislatura que los procedimientos que deberían ser normales y fluidos, como la renovación del CGPJ, se convierten en caballos de batalla entre gobierno y oposición polarizando la sociedad y tensando las costuras del vestido constitucional.

Pero hay una alternativa que en la mayoría de analistas no se contempla por improbable, pero que a mí es la que más me tranquilizaría, que es la de la Gran Coalición. Entiendo que las probabilidades de que eso ocurra son escasas, pero no por eso son menos esperanzadoras. Imaginemos una legislatura en la que los partidos extremistas quedasen en fuera de juego y un gobierno fuerte en el Parlamento se dedicara a gobernar y afrontar los múltiples y preocupantes retos de la España actual. Un Gobierno que en lugar de sufrir por dar munición a la oposición se siente fuerte por haber integrado a esa oposición como parte de la solución.

Ya sé que difícilmente ocurrirá porque en este país nuestro la política es como el fútbol: El otro que pierda hasta en los entrenos, y que las direcciones de los partidos temen más al desencanto entre los militantes que en la población general (paradigmático es el 'Caso Sánchez' en el PSOE), pero qué bonito sería no dejar pasar más oportunidades en España.