Opinión

¿Carpetazo al 11-M?

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El juez Manuel García-Castellón, del Juzgado de Instrucción nº 6 de la Audiencia Nacional, ha emitido el 13 de septiembre de 2021 un auto de archivo de diligencias previas del procedimiento abreviado 0000309/2005, una causa derivada del 11-M. En el auto se dice:

“El procedimiento abreviado 309/2005 no se encuentra pendiente de diligencia alguna que realizar en este momento… no existe investigación alguna en marcha ni, por lo tanto, procedimiento en fase de instrucción…”.

Así pues, tras 16 años de intensa y minuciosa instrucción judicial sobre huellas de ADN sin identificar y material relativo a la finca de Morata de Tajuña, el asunto se agota y se archiva. Sin embargo, aunque no haya jueces, fiscales o responsables policiales dispuestos a hacerlo de oficio, sí hay importantes asuntos pendientes en el 11-M más relevantes y llamativos que las huellas de ADN y el material de Morata, asuntos que ponen en cuestión toda la trama de la versión judicial del atentado y de la sentencia.

Para no hacer interminable este artículo, expondré sólo algunos de ellos. No son hipótesis, suposiciones, elucubraciones, sino hechos reales con sus referencias. Primero, expondré los puestos de manifiesto por los entonces inéditos testimonios prestados ante la juez Coro Cillán, y los complementaré con algún otro deducido de la instrucción y del juicio del 11-M.

> Instrucción de la querella contra el comisario Sánchez Manzano y su perito químico, llevada a cabo por la juez Coro Cillán

También quedó archivada la instrucción de la juez Coro Cillán de la querella presentada por la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M contra el comisario jefe de los Tedax, Sánchez Manzano y su perito químico. Pero entonces no fue el juez quien archivó el asunto, el archivo vino de “arriba”, y la juez terminó en la calle.

El antiguo abogado de la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M, José María de Pablo, da así cuenta de la recepción del actual auto: “Me acaban de notificar el archivo provisional de las DP 309/2005, el último fleco judicial que quedaba abierto por los atentados del 11-M. Estas DP se desligaron de la causa principal para investigar los flecos pendientes (huellas de ADN sin identificar, terroristas huidos, etc.)”. Causa asombro que el abogado de Pablo, perfecto conocedor de las enormes lagunas que inundan el 11-M, dé así el asunto por cerrado.

Ni él mismo parece acordarse de determinados hechos narrados por testigos ante la juez Cillán y ante él mismo. Sin embargo, hechos como los que mencionaré a continuación no sé si se pueden calificar como “flecos judiciales”, pero lo que es evidente es que merecerían ser investigados de oficio por quien corresponda. Hubo testimonios que revelaron unos importantes hechos hasta entonces ignorados, hechos que ponen en cuestión puntos clave de la versión judicial de lo ocurrido y de la propia sentencia.

> Los trenes se desguazaron rápidamente, destruyendo una ingente cantidad de pruebas. Aún no se sabe quién dio la orden, ni si se contaba con la preceptiva autorización judicial para hacerlo

El misterio sobre la orden o autorización para destruir los trenes, con los importantes elementos de prueba que contenían, se ha mantenido hasta nuestros días, sin que nadie haya dado ninguna explicación al respeto. Las únicas y escasas referencias a esa destrucción se dieron en la instrucción de Coro Cillán.

Inmediatamente después del 11-M, Renfe preguntó si podían desguazar los trenes. Pedro Díaz Pintado, entonces subdirector general operativo del Cuerpo Nacional de Policía, dijo que no se podían destruir por decisión unilateral de la policía, porque eso es una prueba, que preguntaran al juez y que sea el juez quien lo decida, y recordó a sus subordinados que para destruir los trenes hacía falta una orden del juez* (*Declaración de Pedro Díaz Pintado, ante Coro Cillán. Septiembre de 2009).

Cuando se produce un siniestro en un tren en el que interviene la policía, para retirar el material, Renfe espera a que el Juez de Instrucción determine que se puedan empezar los trabajos. La empresa Emfesa, filial de Renfe encargada de la venta de chatarra, se encargó de la retirada del tren de Téllez, cargando en camiones los coches ferroviarios seccionados en dos partes cada uno. El director de Emfesa, Fernando Íñiguez, estaba a la espera de recibir la autorización del juez para iniciar los trabajos.

A las 4 de la tarde del día 12, le comunicaron que ya tenían la autorización, y comenzaron a actuar. La Policía Nacional, Municipal y Judicial estaban allí permanentemente. A media mañana del día 13, agentes de policía judicial interrumpieron el desguace, subieron a los trenes, los registraron durante dos horas, se llevaron alguna caja, dijeron "continúen ustedes, por favor"* (*Declaración de Fernando Íñiguez, a la sazón director de Emfesa, filial de Renfe encargada de la venta de chatarra, Coro Cillán. 20 de enero de 2012). Pues bien, ésta es la única y escasa referencia conocida a una intervención judicial en el desguace de los trenes* (*Los coches del tren de Téllez sufrieron grandes destrozos en su seccionamiento y cargue en los camiones, por lo que se puede considerar un desguace desde el punto de vista de la destrucción del escenario del atentado).

Pero hay más. Hasta la propia juez Coro Cillán, el 8 de septiembre de 2011, en plena instrucción de la querella, se quejó de que la Sección Segunda de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional no le hubiese remitido la resolución judicial por la que se ordenaba destruir los restos de los trenes que fueron objeto de los atentados, pese a habérselo solicitado en repetidas ocasiones* (*Publicado en Libertad Digital el 8 de septiembre de 2011).

> Los Tedax de Madrid pidieron llevar los trenes a Vicálvaro, para allí inspeccionarlos exhaustivamente durante semanas. Sólo se llevó un tren, y no se conoce investigación alguna sobre él

Los Tedax de Madrid propusieron trasladar los trenes a un apeadero del distrito de Vicálvaro donde tenían previsto buscar durante semanas pruebas y muestras de explosivo a través de una inspección exhaustiva de los convoyes explotados. De hecho, dejaron parte de su trabajo sin realizar porque contaban con que se haría así. Pero en vez de ver atendida su petición, lo que vieron asombrados es que los trenes empezaban a ser retirados para su desguace la misma noche del día 11. No hay noticias de que se haya investigado por qué no se atendió una petición tan normal y razonable para llevar a cabo una investigación que finalmente no se pudo realizar* (*Declaración de Cáceres Vadillo, Inspector Jefe de la Brigada Tedax Provincial de Madrid, ante Coro Cillán. 23 de noviembre de 2011). Como veremos más adelante, el tren de Santa Eugenia sí fue trasladado a Vicálvaro y estuvo allí 6 meses, pero de ese traslado y permanencia nada se supo en todo el juicio ni en la sentencia.

> Un tren no se desguaza, su foco de explosión se conserva durante 8 años para posibles análisis posteriores, policías y guardias civiles lo visitan, pero no consta informe alguno al respecto

Durante la instrucción, el juicio y hasta la emisión de la sentencia del Supremo, se dieron por desguazados los 11 coches explotados el 11-M. Sin embargo, el único coche atacado en Santa Eugenia se llevó desde Vicálvaro, un 11 de septiembre, a Villaverde Bajo para reparar. Y en esa reparación, los materiales sustituidos próximos al foco de explosión se conservaron en un “depósito”* (*Declaración del Director General de Remimfer, empresa que reparó ese tren, ante Coro Cillán. 20 de enero de 2012). Se desconoció oficialmente la existencia de ese depósito hasta el 28 de febrero de 2012, cuando lo publicó el periódico Libertad Digital. Habían pasado 8 años desde el 11-M.

Sin embargo, sí hubo policías y guardias civiles que sabían de su existencia y que incluso lo inspeccionaron al menos dos veces* (*Declaración del Director General de Remimfer, ante la juez Coro Cillán el 20 de enero de 2012: “Que pasó dos veces la Policía y la Guardia Civil mientras hacía la reparación de la unidad”). Esa inspección coincidió en el tiempo con la elaboración precisamente por policías y guardias civiles de un informe conjunto sobre las explosiones. En ese informe no hay referencia alguna a esa visita. Era el único foco que se podía visitar y se visitó, pero ni siquiera lo citaron en su informe.

La aparición de ese foco provocó la intervención de Eduardo Torres Dulce, Fiscal General del Estado, que pidió al Fiscal Jefe de Madrid que lo investigara* (*Torres Dulce, 1 de marzo de 2012, en un desayuno informativo en Madrid organizado por el Foro Nueva Sociedad).

Según respondió la Fiscalía de Madrid, se habían “adoptado medidas para la conservación de dichos restos, ante la eventualidad de posibles análisis posteriores. Todo ello se llevó a cabo con pleno conocimiento de los órganos judiciales de la instrucción de la causa y del enjuiciamiento, que fueron informados en su momento”* (*Nota de Prensa de la Fiscalía de Madrid de 6 de junio de 2012). Pues bien, al parecer esos órganos judiciales guardaron para ellos la información. Y nada se sabe de esos “posibles análisis posteriores”. A pesar de ser el único foco conservado, y precisamente con ese fin, a pesar de las enormes carencias de elementos de prueba sufridas en la instrucción al haberse desguazado rápidamente los demás trenes, no se conoce investigación policial o judicial alguna que se realizase en ese foco durante los 8 años que estuvo a disposición de los investigadores.

> Los trenes se sustituyen por una mochila que nadie vio en ningún tren, mochila que contenía 640 gramos de metralla, mientras que en las autopsias de las víctimas no se encontró metralla alguna

Ese dato lo conocemos también por un testimonio prestado ante la juez Coro Cillán, el de la forense Carmen Baladía, que dirigió las autopsias de los 191 cadáveres de las víctimas mortales del atentado, quien declaró que en ninguno de los cuerpos había "ni tuercas, ni clavos, ni tornillos"* (*Declaración de la doctora Carmen Baladía ante Coro Cillán. 28 de octubre de 2011. Carmen Baladía ha mantenido también esa ausencia de metralla en los cadáveres en diversas entrevistas en medios de comunicación).

Sólo con este dato se derrumba toda la versión judicial del 11-M. De ahí lo posteriormente ocurrido con las periciales sobre metralla y que veremos más adelante. Era crucial para mantener la verdad oficial la existencia de metralla en los trenes, y para ello se recurrió incluso a actuaciones como la sufrida por uno de los peritos Tedax intervinientes en la primera pericial que comparó la metralla de Mina Conchita con la de la mochila de Vallecas. Se concluyó que no había coincidencias entre los clavos y tornillos examinados. Al comisario Sánchez Manzano no le gustaron esos resultados, y ordenó al menos a un perito modificar su veredicto. Al negarse a ello, Manzano le dijo que los informes periciales los haría a partir de entonces otro Tedax. Y efectivamente, fue sustituido* (*Declaración, a petición de la Unión de Oficiales de la Guardia Civil, del perito Tedax 80.938 ante Coro Cillán. 8 de julio de 2011).

Hasta aquí, algunos de los hechos conocidos gracias a la instrucción de Coro Cillán de la querella contra Sánchez Manzano. A la vista de ellos, el avispado lector podrá intuir las auténticas razones del archivo de esa querella y de la expulsión de la judicatura de la juez instructora.

> Otros hechos probados que, a pesar de cuestionar la sentencia del 11-M, no interesan a la justicia

A lo largo de la instrucción, de la vista oral y durante años después, se han puesto de manifiesto hechos ciertos que resultan incompatibles con los “hechos probados” y, en consecuencia, con la parte dispositiva de la sentencia. Para no hacer interminable este artículo, veremos únicamente algunos de ellos.

> Desactivación de la mochila aparecida en la comisaría de Vallecas. No hay fotos, unas desaparecieron y otras no llegaron a tomarse por impedirlo el Comisario General de Seguridad Ciudadana

La operación de desactivación en el parque Azorín estuvo dirigida, sobre el terreno y teléfono en mano, por el Comisario General de Seguridad Ciudadana. Como era normal en estas situaciones, se requirió la presencia muy urgente de un perito de la Policía Científica para realizar un reportaje fotográfico. Era de noche. Ante la posibilidad de que el flash provocase la explosión, el reportaje lo realizó un artificiero Tedax con la cámara del perito de la Científica, todo ello según las instrucciones que en todo momento dio el Comisario General. Tras devolver la cámara, los Tedax, antes de realizar la desactivación, aconsejaron al Comisario desalojar las viviendas colindantes, desalojo que éste, con su teléfono, descartó. ¿Por qué? Misterio.

Cuando el perito de la Científica se acercó al artefacto tras su desactivación, no vio ninguna mochila ni bolsa de deportes, sino una bolsa de basura. Ya tenía en su cámara las fotos de antes de la desactivación y se dispuso a tomar las de después. Pero cuando se disponía a fotografiar el artefacto desactivado en la bolsa de basura se lo impidieron bruscamente, le echaron del lugar, le dijeron: "no hacen falta más fotos". Así que el perito no tenía fotos de la bolsa de basura, pero al menos las tendría del artefacto antes de desactivarlo y podría compararlas mentalmente, pero el Comisario le ordenó entregar el carrete a los Tedax para revelarlas más rápidamente. Y aún le faltaba una última sorpresa. Cuando más adelante preguntó por las fotos le contestaron que “nunca se han hecho esas fotos”, “ese carrete no existe”. Y efectivamente, nunca han aparecido esas fotos, y esto lo asumió el tribunal sin pestañear. La tierra se tragó las fotos de la prueba que sostiene todo el tinglado de la sentencia* (*Según la declaración del testigo TP 17054 en la sesión de la vista oral del 3 de mayo de 2007, y sendos escritos, de fechas 21 y 24 de marzo de 2006, que el mismo testigo envió, con su firma, al Comisario de la Policía Científica y al juzgado 6 de la Audiencia Nacional).

El mismo día 12 los Tedax levantaron acta de la desactivación, pero lo que llegó al juzgado no fue esa acta, sino, y por dos veces, una nota informativa personal de Manzano, "a falta de informe definitivo", de 15 de marzo. El informe de Manzano no tiene desperdicio. Suplanta a los peritos para hacer ver las coincidencias entre la mochila de Vallecas, la furgoneta de Alcalá, y los artefactos desactivados en Atocha y Alcalá. Por supuesto, de las fotos ni una palabra.

> Inconcebible tratamiento sufrido por las muestras recogidas en los trenes

Con independencia de lo que digan los protocolos de actuación en estos casos, es evidente que las muestras deberían ser inventariadas en su recogida, fotografiadas y descritas al menos brevemente. Todas sus incidencias, traslados, análisis, deberían constar en las correspondientes actas, con identificación de las personas intervinientes en cada proceso. Al ser sometidas a análisis o pruebas debería constar el correspondiente resultado de cada uno de esos análisis o pruebas en cada una de las muestras, las cuales quedarían de nuevo identificadas una a una e incluso fotografiadas. Se trata de la denominada “cadena de custodia”. Pues bien, lo ocurrido con las muestras de los trenes del 11-M fue muy distinto.

No se conoce ni siquiera el primer eslabón de esa cadena, que serían las actas de recogida. Se recogieron tierras y líquidos de los que nunca más se supo* (*Así lo declaró en la vista oral, entre otros, el perito con carné profesional 35690 el 10-04-2007; orden en la sesión: 05), de algún foco no apareció ni una sola muestra, y los trenes fueron enviados al desguace. No extraña pues que peritos de la última pericial de explosivos, realizada en el laboratorio de la Policía Científica, afirmaran en el acta final “que hemos solicitado por activa y por pasiva que se nos informase de la cadena de custodia a la que han sido sometidas las muestras No ha habido respuesta a dicha petición”* (*Folio 183 del informe pericial).

> El laboratorio Tedax no determina la naturaleza del explosivo, y no envía las muestras al de la Policía Científica. La excusa es una insólita teoría de muestras pesables y no pesables

Lo ocurrido en el laboratorio Tedax es un auténtico misterio; de la primera pericial, la del análisis químico, no se conoce inventario alguno de las muestras, no se sabe qué se analizó exactamente. El documento final con el resultado es insultante: componentes de las dinamitas, sin identificar ni uno solo de esos componentes* (*El 24 de marzo el juez pidió el “informe sobre la composición y origen del material explosivo, tras volverlo a reclamar, el 3 de mayo recibió un informe sin fecha y sin dar la composición que se pedía). El propio comisario jefe de los Tedax, Sánchez Manzano trató de justificarlo mintiendo clamorosamente en el libro que escribió, al afirmar que no identificaron esos componentes porque “el juez no lo solicitó, sólo pidió determinar el tipo de explosivo”* (*Juan Jesús Sánchez Manzano, Las bombas del 11-M, 2013. Página 71), cuando el juez pidió expresamente el Informe sobre la composición y origen del material explosivo.

Así se implantó la permanente ignorancia de la naturaleza del explosivo y las enormes dudas suscitadas y mantenidas sobre todo lo derivado de ello, incluida la propia sentencia. Hasta el propio fiscal Javier Zaragoza afirmó en la vista oral que “da igual el explosivo que se utilizara”* (*Conclusiones definitivas del Ministerio Fiscal. 11 de junio de 2007. Orden de la sesión 02). Todo ello pudo resolverse con el envío de las muestras al laboratorio de la Policía Científica, mucho mejor equipado que el de los Tedax, siguiendo así el protocolo normalmente aplicado en estos casos. Pero las muestras no se enviaron y, para justificarlo, el comisario Sánchez Manzano expuso una insólita teoría en la vista oral, explicando que a la Científica sólo se enviaban las muestras “pesables”* (*Declaración de S Manzano. 14 de marzo de 2007. Orden en la sesión: 01), algo que fue rotundamente negado, también en la vista oral, por el propio Jefe de la Policía Científica, Carlos Corrales* (*Declaración de Carlos Corrales. 23 de abril de 2007, orden de la sesión: 08) y por alguno de sus peritos* (*Declaración de los peritos. 28 de mayo de 2007. Orden de la sesión: 09). Es evidente que alguien mintió como testigo, pero no pasó nada. El tribunal miró para otro lado.

> La metralla recogida en los trenes, inicialmente un solo clavo, se transforma en muchos de ellos en el momento oportuno y sufre asombrosas transformaciones entre pericial y pericial.

La metralla fue introducida en la investigación no por aparecer en los trenes o en los cuerpos de las víctimas* (*Ya hemos visto que la doctora Baladía niega que en las autopsias de las víctimas se encontrar metralla), sino por encontrase en una mochila aparecida en una comisaría de Vallecas sin que nadie la hubiese visto en ningún tren. La sentencia la sitúa como procedente del tren explotado en la estación de El Pozo, y supuestamente recogida allí por agentes Tedax e introducida por ellos en una de las bolsas de recogida. En El Pozo habían explotado dos bombas y una tercera se encontró sin explotar, tras lo cual cinco agentes Tedax habían sacado todos los enseres del tren, habían abierto paquetes y bolsas uno a uno para revisarlos por dos veces* (*Declaración del agente TP54868 en la sesión del juicio oral del 19-03-2007). En tales circunstancias, ¿es verosímil que a esos cinco agentes se les colara una bolsa con 10 kg de dinamita?

En cuanto a la metralla realmente recogida en los trenes, dada la carencia de actas de recogida y de inventario inicial en el laboratorio Tedax, no es posible saber en qué consistía. Lo que sí sabemos es que esa metralla fue sometida por peritos Tedax a diversas periciales.

Durante más de un año, cada vez que aparecía metralla en algún lugar posiblemente relacionado con el atentado, se procedía a compararla con la de los trenes, pero, en las cuatro periciales realizadas antes de diciembre de 2005* (*Periciales de 28 de junio, 26 de julio y 2 de agosto de 2004, y 6 de mayo de 2005), ésta se reducía a un solo clavo recogido en el tren de Téllez. Ese clavo se comparaba con la metralla de los otros lugares, se veía que no coincidían y no se investigaba más. Si hubiese habido más metralla de los trenes, ¿no se habría comparado toda ella? ¿No es absurdo comparar un solo clavo con la metralla ajena y despreciar los demás? Así, se le comparó con la metralla recogida en las minas asturianas, comparación que hubo que repetir con nuevas muestras, pues las primeras habían acabado en el cubo de la basura del juzgado* (*Así se afirma en una “Diligencia de Constancia” del juzgado nº 6 de 11 de abril de 2005, que afirma de esa metralla: “siendo materialmente imposible su recuperación al haberse tratado como basura”). En ambas ocasiones el resultado fue negativo, no había coincidencias, y si no se investigaron más clavos de los trenes sería porque no había más.

Lo ocurrido en esas periciales motivó que, a petición de una de las partes, el juez solicitase expresamente a Tedax que informase en qué focos se encontró o localizó metralla, atendiendo al artefacto explosivo desactivado en Parque Azorín de Vallecas* (*Providencia de 15 de noviembre de 2005). Así se hace, e inmediatamente surge de la nada todo un muestrario de clavos y tornillos de casi todos los focos de los trenes* (*En la correspondiente pericial Tedax de 7 de diciembre de 2005). O sea, cuando se pide expresamente la comparación del contenido de la mochila de Vallecas con lo recogido en los trenes, cuando podía confirmarse que la mochila de Vallecas no era del atentado, el único clavo de Téllez se transforma en 21 tornillos y 33 clavos aparecidos en casi todos los focos, los cuales, por razones desconocidas, no habían sido utilizados en ninguna de las cuatro periciales anteriores.

Y hubo aún más sorpresas. Esas muestras fueron fotografiadas en el informe de la pericial, y lo volvieron a ser en la pericial sobre explosivos realizada durante la celebración del juicio* (*Pericial de explosivos ordenada por el Tribunal y realizada en mayo de 2007). Pues bien, comparando las fotografías tomadas a las teóricamente mismas muestras en ambas periciales, se observan grandes diferencias entre ellas. Hay clavos y tornillos que aparecen, otros desaparecen y los hay que se transforman. Y claro, cuando los peritos reclamaron con insistencia la cadena de custodia, no se les atendió. Por cierto, en el acta de la pericial de explosivos de 2007 no consta quién efectuó la entrega de las muestras de los focos a la Policía Científica, ni cuándo, ni cómo se hizo esa entrega.

> La única pericial conocida sobre las explosiones en los trenes se realizó en junio de 2005, sin trenes, sin los elementos dañados en los trenes y sin las oportunas fotos realizadas para esa pericial

Se trata del informe pericial conjunto realizado por dos peritos Tedax de la Guardia Civil y otros dos de la Policía Nacional, firmado el 24 de junio de 2005, más de un año después del atentado.

Los peritos escribieron en su informe:

“Todas las explosiones produjeron, en torno al punto donde estaba colocado cada artefacto, una zona en la que los efectos fueron devastadores, tanto en las personas que allí se encontraban, como en el mobiliario de los vagones (asientos, revestimientos interiores, ventanas, puertas...). El estudio de estos efectos, junto con los resultados de los análisis químicos realizados, es determinante para establecer la cantidad y tipo de explosivo utilizado en cada artefacto”* (*Folio 7 del Informe Pericial Conjunto de 24 de junio de 2005).

Es decir, para determinar el tipo y la cantidad de explosivo es determinante, al mismo nivel que los análisis químicos, el estudio de los efectos de las explosiones en elementos tales como asientos, revestimientos interiores, ventanas, puertas... Pues bien, casi todos esos elementos cuyo estudio era tan determinante fueron destruidos y desaparecieron por toneladas desde la misma noche del 11-M* (*Las fotografías tomadas al tren de Atocha saliendo de la estación en la mañana del día 12 muestran sus focos de explosión asombrosamente “limpios”).

Sin embargo, sí pudieron ver esos efectos en los elementos de uno de los trenes, el de Santa Eugenia, como hemos visto anteriormente. Seguramente los vieron, pero en su informe ni siquiera los citan.

Cuando los 4 peritos empezaron su trabajo, como ya no tenían trenes que investigar, solicitaron al Juzgado que se les facilitasen los reportajes fotográficos y de vídeo disponibles. En respuesta a esa solicitud, el Juzgado facilitó fotografías tomadas básicamente por policías municipales, ferroviarios y bomberos. Es evidente que esas fotografías, de tan distintas procedencias, no estaban hechas para ser utilizadas en un informe pericial, sin embargo, las tuvieron que utilizar en uno tan importante como el de las explosiones en los trenes. Los trenes se destruyeron a toda prisa, sin que al parecer a nadie se le ocurriese dejar constancia fotográfica de su estado con vistas a una pericial que no se había realizado antes de destruirlos.

Estos inexplicables hechos, como otros muchos, no fueron tenidos en cuenta por el Tribunal juzgador, y cuando se ha intentado investigarlos y se ha llegado a evidencias incómodas para quienes sostienen la verdad oficial o judicial, la instrucción se ha cortado de raíz. ¿Habrá algún valiente que lo vuelva a intentar antes de que llegue la tan anhelada, por muchos, prescripción?