Opinión

Y los jueves también al Sol

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La canícula, ¡por fin!, se ha dignado presentarse en nuestra gloriosa ciudad. Mientras sus habitantes volvemos a la anormalidad de un segundo verano que surfea la quinta ola pandémica, nos adaptamos a la rutina de mirar el cielo y planificar una tarde en la piscina y soñamos con un próximo inicio de julio sanferminero en donde los gambitos, enroques, y jaques de este ajedrez-cierro dejen paso a los recortes, trompicones y capotazos del santo a los ansiosos corredores del tradicional encierro.

También algunos corroboran que la frase de Pedro Pacheco “La justicia es un cachondeo”, es una realidad, entre el lío a toro pasado de si estado de alarma y estado de excepción, y los distintos puntos de vista de los distintos tribunales autonómicos a la hora de decretar o no los toques de queda, ante el vacío de una autoridad sanitaria común. Bien podríamos patentar un nuevo tipo de democracia, llamado “demotaifas”.

Apenas habíamos empezado a salir de la crisis económico-especulativa del 2008, con la aparición de la nueva clase del precariado y un aumento desmedido de la temporalidad laboral, la cual la ministra del ramo denuncia sin mirarse al espejo de Blancanieves pues para desgracia de los españolitos la Administración es la primera en incumplir las normas. Predicar con el ejemplo, es la lección que no conocen quienes hacen alarde de un laicismo radical y anticlerical. Y ya comenzamos a sufrir los zarpazos de la crisis económica postpandemia.

Europa y por ende España, tiene muchas carencias para autoabastecerse, la globalización con la deslocalización ha hecho que dependamos de terceros. Tradicionalmente arrastramos un déficit energético, dependemos del petróleo de la OPEP, del gas de Argelia y Rusia. Además, apostamos por la descarbonización y la electrificación y para colmo renunciamos a la energía nuclear. La generación y el abastecimiento de energía va a ser un gran problema para mantener nuestra industria y nuestra forma de vida.

Geopolíticamente estamos atrapados en un triángulo formado por EEUU que está manejado por los Soros (ya hablaremos de este señor), Bezos, Zuckerberg y compañía. Por otro lado, está la Rusia de Putin y su pseudodemocracia, y por el último China, ese grifo híbrido que aúna lo peor del sistema comunista la dictadura de la élite plutocrática del partido único y lo peor del capitalismo, sin leyes que protejan al trabajador, al medioambiente y sin ningún tipo de regulación.

Lo peor es que tampoco tenemos un criterio común para posicionarnos y movernos en este tablero mitad de Risk y Monopoly. La Europa de las velocidades está atrapada entre Norte y Sur, “frugales” y resto, las nuevas incorporaciones del Este y las democracias asentadas del oeste, los duros con el brexit y los permisivos con los británicos.

Desde la aparición de la figura del controlador de costes en las empresas, se ha ido apostando por ahorrar costes en cualquier proceso, eliminando o subcontratando tareas sin valor añadido, como los carretilleros, ahora ya incluso están robotizadas, minimizando los almacenes de piezas y de producto acabado, trabajando justo a tiempo y sobre pedido. Y es ahora cuando nos damos cuenta de que estamos en un “chipagedón” y en nuestro equipo no están ni Bruce Willis, ni Ben Affleck para salvarnos.

La transformación del silicio en un chip es un proceso muy complejo, que requiere una gran inversión y personal muy cualificado, además cada vez más usamos chips para casi todo.

Hay muy pocos fabricantes de microchips en el mundo y ninguno en Europa o es de capital y control europeo, dependemos de Estados Unidos para el diseño, les suena Silicon Valley, y de Asia para la producción, trabajo de chinos. Ahora, vemos nuestra dependencia absoluta de Taiwán y Corea del Sur, que acaparan el 80 por ciento de la producción mundial. Duopolio que podría fijar precios, reavivar la inflación y provocar un colapso como en 1973. La prensa especializada (Expansión, Invertia, El Economista) hablan que la falta de suministro de chips no se arreglará hasta principios de 2023.

Se ha propiciado una alarmante concentración, como está sucediendo en otras actividades económicas, léase las macrogranjas, los mares de plástico, los gigantes de la distribución, tradicional (Carrefour, Lidl, Mercadona,…) o virtual, Amazon.

En 2003 la ganadora de los Goya fue Los lunes al sol. Desde comienzos de este año nuestro sector del automóvil sigue en ERTE, el cual se ha renegociado hasta finales de año gracias a las buenas relaciones, hasta ahora, entre trabajadores del sector y patronal. Desde febrero los viernes han sido al sol y estas últimas semanas ya lo son también los jueves. El sector está pendiente del famoso PERTE y la tensión aumenta innecesariamente por una falta de transparencia e información y un exceso de pulcra, puritana y farisaica discreción gubernamental foral, que alargan la sombra de moneda de cambio en procesos políticos ajenos a muchos trabajadores navarros (unos 20.000) y sus familias.