Opinión

De los que pagan los palos con los que apalean a los jóvenes cubanos

Manifestante durante las protestas en Cuba.

Manifestante durante las protestas en Cuba.

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No mienten los que dicen que Cuba no es una dictadura, saben que es mucho más que régimen dictatorial, una inmensa cárcel gobernada por una mafia de carceleros que se sirven de alimañas hambrientas, perros del amo que para poder comer muerden a jóvenes también hambrientos que solo piden que al menos les dejen juntarse en el patio de la cárcel para, una vez más, pedir el auxilio que ningún país les ofreció jamás.

Cuando un político español se reúne con Díaz-Canel o con uno de sus ministros, habla o negocia con un carcelero torturador. Cuando un empresario español invierte en los hoteles solo para los que tienen dólares o euros, paga el sueldo de las bestias que golpean y matan a los jóvenes cubanos. Y tal vez no lo sepan o no quieran saberlo, pero cuando un turista español viaja a Isla-Cárcel y se toma un daiquiri en la Bodeguita del Medio, no solo desprecia el sufrimiento de millones de víctimas, de algún modo se convierte en cómplice de sus carceleros.

¿Después de sesenta años para qué insistir en negar el embargo que nunca sufrieron los jefes de los proxenetas de las jineteras cubanas? Para nada servirán los argumentos que durante seis décadas no sirvieron. Nada se resolverá con palabras. Si insistimos en tratar de convencer a los carceleros nos burlaremos una vez más de sus víctimas. Son a ellas a las que tenemos que escuchar, buscar el mejor modo de ayudarlas, al menos dejar de financiar los palos con los que les apalean sus verdugos.

Poco importa ya que los de Podemos y los del PSOE ni siquiera se atrevan a dejar claro que Cuba es mucho más que la más siniestra de las dictaduras. Solo es más de lo mismo. El verdadero daño lo hacen los gobernantes, tanto de la Derecha como de la Izquierda que facilitan los negocios de empresarios sin escrúpulos que corrieron y corren en auxilio de los carceleros castristas.

Ojalá no esté lejos el día en el que les pese. Los jóvenes cubanos que en estos días se juegan la vida y la libertad no olvidarán los nombres y apellidos de los que financiaron la brutal represión que están sufriendo. Y harán bien. La más execrable de las traiciones les llegó del país que más obligación tenía de ayudarles. No son ni chinos ni coreanos, como yo que nací La Habana, son descendientes de españoles. No deben olvidar lo que hizo y hace con ellos la que lejos de ser madre patria, les trata como una madrastra mala.