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Nacionalismo, el lenguaje y su poder

Idiomas.

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Cuando estudiaba primero de bachillerato, tuve un profesor de lenguaje que me hizo pensar, pensar en el lenguaje, no sólo en su morfología, sintaxis, semántica, etc, porque aquel profesor un día dijo a sus alumnos, que no se sabía si el lenguaje generaba pensamiento, o primero emergía un pensamiento que estructurábamos con el lenguaje.

Hoy en día en los colegios se estudia inglés, y español en la mayor parte de España, buscando el bilingüismo. El inglés como arma de comunicación en empresas y administraciones, es un símbolo de poder, este símbolo ha ido cuajando lentamente en el mundo.

Antes de que se impusiera el inglés en la EGB se estudiaba francés, porque era el idioma que había que saber, el que permitía acceder a buenos puestos de trabajo, el que se usaba en Europa. Es una lengua Latina como el Español, o el Italiano, con influencias también en el inglés, pues Inglaterra fue ocupada por franceses. El latín es un lenguaje clave para entender las raíces, da entendimiento racional a las palabras.

Parece lógico que el sistema educativo quiera fortalecer a los estudiantes españoles con herramientas para el futuro por venir. Y que se ofrezca esta posibilidad a los padres.

Las cadenas en inglés, la CNN y la BBC, están presentes ya como algo natural, así las noticias llegan desde su perspectiva. Estás cadenas elevan el discurso desde la lengua, atada a la nación. Es frecuente poner subtítulos a los hablantes africanos o indios de las antiguas colonias inglesas. Así se busca la pureza del lenguaje.

La literatura inglesa está introduciéndose en los países occidentales en mayor medida que la alemana o la italiana, la francesa o la española, salvo el caso del Quijote. La literatura francesa es clave en el pensamiento cultural de Europa, muchos escritores tienen influencia de ella, sin embargo, se está dando más valor a la literatura inglesa en la educación, cuando en realidad la influencia, y sigue siendo así, de Francia en nuestra cultura es muy grande.

Estamos, a través del lenguaje, dando poder a Estados Unidos y a Inglaterra. No podemos perder de vista el español. Somos españoles. El español se habla en Latinoamérica, en Estados Unidos, a través de los inmigrantes. Los españoles no nos empoderamos por hablar español. Quizá porque es hablado también en países de poca riqueza, o por Japoneses, por hablar de habitantes de una nación, con interés en nuestra cultura: el flamenco, la gastronomía, la arquitectura y la riqueza de nuestra historia.

Para acceder a las administraciones de la Unión Europea se requiere la necesidad del dominio del inglés por parte de los aspirantes, cuando ni siquiera ya el Reino Unido es un estado miembro. Saber italiano o español importa poco, por mencionar algunas lenguas.

Volvamos al principio, ¿qué es primero, el pensamiento o el lenguaje?, ¿puede estructurar el lenguaje el pensamiento, y de esta manera la cultura, la identidad de la nación? Los independentistas catalanes llevan años creyendo que el lenguaje estructura el pensamiento, su nacionalismo lleva a eliminar el español. De esta manera, el deseo es crear supremacía, es en definitiva un planteamiento educativo racista. Racista contra lo español. Pues bien, están interesados en el inglés y el alemán. Sus gobernantes independentistas, buscan el poder en el mundo de su inviable república.

El idioma catalán, fuera de Cataluña no pinta nada. En el fondo se está limitando la posibilidad de comunicación de los estudiantes, no sólo con España, principal país del que dependerían, sino con Latinoamérica, con su más que seguro desarrollo en este siglo, pero también con Estados Unidos, donde el español es cada vez más importante para acceder a ciertas empresas.

Estados Unidos, a través del español y el inglés, seguirá influyendo en el mundo occidental, pues ha impactado culturalmente desde el siglo pasado.

Cabe decir que la influencia China será tan sólo económica, no cultural, porque en occidente se respetan los derechos humanos y no cabe el comunismo, y bien es sabido que China está poco interesada en imponer su estilo de vida, u ocupar territorio occidental como hizo Rusia en la formación de la Unión Soviética.

En sus relaciones institucionales y empresariales en los países orientales se habla el inglés. Esto sin embargo no pasa en Alemania, nación que no se rinde por su historia supremacista, que aún perdura. Sólo su decadencia económica les hará depender del resto de Europa, como ya lo hicieron con los fondos europeos emitidos para la reunificación de la nación que dividió el comunismo. El ruso no importa mucho, tan solo como enemigo contra el que luchar. Ya lo dijo Biden, Putin es un killer. ¿Será esta la verdad del nuevo mundo del siglo XXI? Ciertamente no.