Opinión

¿Para cuándo una ley contra la discriminación laboral de los seniors?

Manolo Rodrigo, en paro a los 58 años. / Dani Pozo

Manolo Rodrigo, en paro a los 58 años. / Dani Pozo

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En 1919, de cada 100 personas, sólo 10 cumplían los 65 años. Un siglo más tarde, es al revés. Según estimaciones de la Universidad de Washington, la esperanza de vida media de los españoles será la más alta del mundo en 2040, alcanzando casi los 86 años. Los mayores de 67 años supondrán entonces el 26% del total de la población española, frente al 17,5% actual.

Esta longevidad sería una magnífica noticia si no fuese acompañada por un desplome de la natalidad tan profundo que, desde 2017, se produce en España una tasa de crecimiento vegetativo negativa, al superar la tasa de mortalidad a la de natalidad. Una situación bien distinta a la de los años 80, cuando la sociedad española era la más joven de Europa. Asistimos, pues, a un problema candente, que impacta directamente al pago de las pensiones, ya que cada vez son más los que perciben una pensión y la cobran más tiempo, mientras que son cada vez menos las personas en activo que aseguran el pago de dichas pensiones.

Para más inri, durante tres décadas, las empresas españolas han usado y abusado de las políticas de prejubilación, deshaciéndose de golpe de cientos de miles de grandes profesionales todavía jóvenes y con mucha experiencia que aportar. Como señala el último barómetro VidaCaixa, ¡la mitad de los jubilados españoles llegó a esta etapa de su vida de manera anticipada, esto es, se prejubiló! Tan sólo el 44% de los jubilados se retiró al cumplir los 65 años y el 6% restante, con al menos 66 años.

Mientras que a lo largo de la historia de la humanidad, siempre se le ha dado valor a la edad y a la experiencia, se produce ahora todo lo contrario en el conjunto de la sociedad. En la publicidad, prácticamente todos los modelos tienen menos de 40 años, y en los partidos políticos muchos no quieren presentar a gente mayor de 45 años. Sin mencionar, por supuesto, la dificultad de encontrar un trabajo pasados los 50 años.

La discriminación existe y es necesario acabar con ella. ¿Por qué tirar a la basura a gente con talento y experiencia? Quizá debería haber una ley que garantice la igualdad generacional de la misma manera que hay una ley contra la discriminación por raza, género u orientación sexual.

Es imprescindible incentivar el empleo de los mayores de 50 años y poner en valor el talento senior, así como las oportunidades que genera para la sociedad. Es algo que ya han empezado a poner en práctica en el resto de Europa, donde hay muchos programas para evitar esta “discriminación silenciosa” y fomentar el trabajo de los senior.

En el Reino Unido, por ejemplo, la campaña Age Positive, busca concienciar a los empleadores de los beneficios de mantener el talento senior en el mercado laboral. En Finlandia, Alemania o Dinamarca, han implementado campañas de sensibilización similares, junto con una legislación laboral más flexible, con incentivos fiscales y financieros.

Prolongar la vida activa de las personas mayores de 50 años tiene un impacto positivo sobre el crecimiento de un país, el poder adquisitivo de los consumidores, la recaudación tributaria y, con ello, la sostenibilidad del Estado de Bienestar. No podemos olvidar que el 40% del consumo mundial lo realizan los mayores de 65 años. Aunque haya sido la franja de edad más afectada por la pandemia, este grupo constituye un elemento tractor de actividad económica derivado de los nuevos productos y servicios necesarios para cubrir sus necesidades y preferencias de consumo.

Los trabajadores mayores son más caros que los más jóvenes, pero el talento senior incorpora habilidades y cualidades esenciales para la sociedad, las empresas y las generaciones posteriores. Entre ellas cabe destacar la cultura del esfuerzo, la experiencia, las capacidades de negociación, el conocimiento del mercado, la destreza a la hora de resolver problemas y tomar decisiones o la resiliencia, principalmente por la mayor madurez y prudencia en la toma de decisiones. Todos estos elementos son claves no sólo por su capacidad de trabajar de forma mucho más autónoma e independiente, sino también para la formación de los empleados con menor experiencia laboral.

Como afirma el Círculo de Empresarios en su reciente estudio El Talento Senior y el Valor de la Experiencia, la presión demográfica pide a gritos que empresas, ciudadanos y administraciones se comprometan a situar este asunto en la más alta prioridad, con actuaciones valientes y coherentes. Si no se toman las medidas necesarias, el futuro no será plateado como las canas de los mayores, sino negro, muy negro.