Opinión

Hasél, agresión verbal y violencia

Pablo Hasél, en una imagen de archivo.

Pablo Hasél, en una imagen de archivo.

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Algunas personas sudan odio, y la fragancia excita a quienes necesitan vengarse de todo. Y la olfactifilia se pone en marcha.

Y eso es lo que ha pasado con Hasél, un muchacho que no necesita cárcel, sino mas bien un psiquiatra "cum laudem": tanta diana, piolet, torturas, matanzas y demás letras me provocan precaución, pero por las palabras nadie debe ir a la cárcel, nadie.

Hace tiempo que le sigo los pasos y a veces, está ingenioso y veraz. Cuando roció a un periodista con líquido de limpieza, entendí que su furia se descontrola y no sabe medir las consecuencias. Los psiquiatras hablan de gran actividad en la amígdala del cerebro, no le funcionan los inhibidores y se desboca.

Aquí empieza el peligro de Hasél. Se siente con derecho a agredir. Saltó la barrera de las palabras, el dique de contención entre libertad y agresión.

Después los antisistema, los drogatas, los pagados, los curiosos, los que no tienen nada que perder, Pablo Echenique justificando sueldo... han quemado los contenedores y así contaminan un poco más las ciudades. Seguro que todos ellos son ecologistas de primer orden.

Saquean, roban, deshacen las calles, y esperan que la Policía les dé palmaditas en la espalda.