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¿Por qué no empezar por los plásticos?

Acumulación de basura en la isla Dirección, una de las Islas Cocos.

Acumulación de basura en la isla Dirección, una de las Islas Cocos. Nature

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Una de las enfermedades patrias es el ruido, en España se habla muy alto, y el ruido, que todo lo invade, la familia, las amistades, el lugar de trabajo y la política, por citar algunos ejemplos, impide la concentración en los temas importantes que exigen la gestión de un país.

Mucho se habla, estos días, en la Unión Europea del "nuevo pacto verde", de la necesidad de preservación de la naturaleza, del legado de la madre Tierra a las nuevas generaciones en condiciones, al menos , como nosotros la heredamos, y de la necesidad de un cambio que supere el modelo de la "sociedad de consumo" como base de la economía.

La sociedad de consumo, a la que todos, cada día contribuimos, de manera consciente o inconsciente, con nuestros hábitos de compras y con la forma en que hoy concebimos la presentación de los alimentos y artículos que adquirimos, es la causa de la generación, entre otros males, del continente de plásticos que envenenan los océanos, y que se cuelan ya en nuestros estómagos cuando consumimos el pescado.

Estas buenas intenciones buscan su concreción en toda una serie de medidas que se quieren implementar, por parte de la Unión Europea, con un abultado presupuesto económico que busca, entre otros objetivos, la sustitución de las energías que utilizan el carbón, los materiales fósiles, las nucleares y el gas, por las energías renovables.

En este esfuerzo por avanzar hay que hacer frente a toda una serie de intereses de las multinacionales, Estados y grupos de presión que controlan los sectores de la energía tradicional, y el sistema de producción de la sociedad de consumo, y hay que hacer frente a muchos políticos en ejercicio, o ya al servicio de empresas, que, por aquello de las puertas giratorias, tras la política van a acabar en estas compañías con pingües beneficios, su vida laboral.

La adopción de plazos para la consecución de metas energéticas intenta hacer bascular, hacia las energías renovables los actuales sistemas que utilizan energías contaminantes, causa del efecto invernadero, y de la contaminación del aire, que amenaza la supervivencia humana.

Más allá de las transformaciones promovidas por el marco europeo, cada país puede establecer medidas que incidan, de manera determinante, en la preparación de la población para otra forma de vivir y modo de desplazarse, para el deslizamiento hacia las energías renovables, para preservar la naturaleza y fomentar su reparación.

¿Porqué no empezar por los plásticos?

Desde enero del 2020 países como Tailandia decidieron e impusieron, la prohibición de bolsas y botellas de plástico a la hora de despachar las frutas, verduras y demás consumos en la compra diaria. Cuando en febrero llegué a pasar unos días la isla de Koh Samui pude comprobar la naturalidad con que esta medida fue acogida y la rapidez con que las empresas, la población local, los residentes extranjeros y los turistas se adaptaron a la nueva normativa.

Pequeños pasos como este suponen un gran paso para la humanidad, y para la salud del Planeta, que diría Neil Amstrong, no entiendo por qué, cuando crece la sensibilidad ecológica nuestros gobiernos no emprenden políticas más agresivas que además de ayudar a preservar nuestra salud, eviten y disminuyan la producción de basuras que deterioran la Tierra.

La apuesta decidida por las energías renovables, la subvención de la adquisición del coche eléctrico para hacer que su precio sea más asequible, frenar la especulación del suelo, y preservar los espacios no edificados en los municipios, para que esponjen las ciudades y los pueblos, dado el parque de viviendas disponibles en muchos lugares, son medidas que ayudarían al cambio.

Asimismo debería considerarse seriamente, por nuestro propio bien y el de la humanidad, el desarrollar una pedagogía para que la población se deshaga del mito del consumo como fuente de felicidad, ahora que es un momento propicio porque una de las enseñanzas de la pandemia ha sido el poner de relieve lo poco que se necesita para vivir.

El atardecer en Koh Samui desvela los rostros de cientos de personas transnacionales que han huido del pretendido bienestar de los países que gozan de mayor grado de desarrollo, para refugiarse en lugares e islas como esta, y han sabido cambiar el 'vivir para trabajar' por el 'trabajar para vivir', desde la propia autonomía y personal utopía que les procuran sus profesiones o su inventiva en un mundo interconectado.

Y el atardecer de Koh Samui también nos muestra las actividades enlazadas que los locales y los residentes foráneos tejen entre ellos para su mutuo sustento, mientras las olas lamen la playa a la que, como en la antigüedad, sólo arrojan conchas y restos de algas, mientras el sol escapa con su cola de colores y nos deja sus dorados, bermellones, naranjas y salmones al lado del silencio que golpea nuestra alma allí, allí donde el hombre y el horizonte se encuentran.