Opinión

Desde el otro lado del Duero: el último exiliado Frentepopulista

Pablo Iglesias, en un momento de la entrevista en Salvados.

Pablo Iglesias, en un momento de la entrevista en Salvados.

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El vicepresidente del gobierno socialcomunista, Pablo Iglesias Turrión, ha decido empezar el año sabáticamente sin salir de casa y pasar las horas viendo series de televisión hasta que pasase el temporal de nieve y heladas que ha provocado "Filomena".

Desde el 30 de diciembre de 2020, con Ana Rosa, hasta el 18 de enero de 2021, para reafirmar lo dicho en Salvados, no ha salido de casa ni siquiera a visitar alguna de las residencias de ancianos cercanas para interesarse por ellos, pese a que al comenzar la pandemia china, como ministro de Derechos Sociales asumió el control de las residencias e incluso llego a anunciar (que nadie ha visto) un paquete de 300 millones para reforzar la atención en residencias y en domicilios a personas mayores.

Quizás, habrá pensado que con el frío que hizo y la nieve que había caído, que ni si quiera pudo llegar la Guardia Civil a vigilar el casoplón "Villa Tinaja", y las series de TV que le quedan por ver, mejor allí sin moverse y con la eléctrica puesta a tope que da mucho calorcito, aunque en este afán del gobierno socialcomunista de no dejar nada ni nadie atrás, no quede atrás ni el recibo de la luz, que con el gobierno socialcomunista ya ha subido en estos primeros días del año casi un 30% más, y todavía queda mucho año. Con este panorama del sofá ocupado "full time" para ver series, no es de extrañar que su pareja y madre de sus tres hijos, la ministra de Igualdad Irene Montero, denuncie a los cuatro vientos que "Las mujeres también tienen derecho a tumbarse en el sofá y ver una película".

En su afán de ser "el moño en todos los peinados", se despacha en Salvados diciendo que Puigdemont es un "exiliado" porque está en Bruselas por "llevar sus ideas políticas a un extremo" y no por robar, por lo que su situación se puede comparar con el exilio republicano.

Menos para el presidente y algunos ministros del gobierno socialcomunista, esta afirmación ha sido diana de múltiples críticas, pero también ha sido justificada por Isabel Serra, diputada podemita en la Asamblea de Madrid, "niña pija", y condenada a 19 meses de cárcel por atacar a la Policía e inhabilitada para ejercer la política: "Esto no lo dice Pablo Iglesias: hasta la RAE dice que un político que ha salido del país por defender determinados planteamientos políticos, planteamientos que no compartimos, es un exiliado", despejando así toda duda de que el dinero en la elitista educación que se han gastado sus padres en ella, no ha servido para que pueda leer la entrada "exiliado" de la RAE.

En el exilio republicano, como en botica, había de todo. Mucha gente que se exiliaba por el miedo a las represalias, y algunos pocos que se exiliaban para no responder por los crímenes y robos cometidos. De los aproximadamente 500.000 exiliados, volvieron al año de terminada la Guerra Civil las tres cuartas partes de ellos, unos 360.000 exiliados, y desde 1939 en pocos años terminaron regresaron la gran mayoría.

Lo que diferencia a Puigdemont de la gran mayoría de los exiliados republicanos, es que Francia, contrariamente a lo que pensaban, los trató con violencia y fueron internados en campos de concentración como Argèlés, Saint-Cyprien, Amélie les Bains... El exilio fue duro (o "una fiesta", depende quien lo cuente), incluso a veces trágico, para la mayoría de quienes lo sufrieron. Contrariamente al fugado de la democracia y tribunales españoles, Puigdemont, que vive como un marajá, refugiado y a gastos pagados en Bélgica.

Pero con lo que, si tiene similitud lo de Puigdemont, es con el exilio de varios responsables de crímenes y robos del Frente Popular:

Puigdemont, el último exiliado Frente Populista, huyó en el maletero de un coche, algo similar al socialista Luis Araquistáin que huyó al exilio con sus pertenencias, "papeles, alfombras…", y probablemente otras que no lo eran, utilizando ambulancias militares, sustraídas al transporte de heridos y gracias a las cuales pudo abrirse camino entre la multitud de refugiados.

Y Puigdemont, el último exiliado Frente Populista, está acusado de Rebelión y malversación, algo similar a los socialistas Prieto y Negrín que huyeron como responsables de varios asesinatos, por el robo del oro del Banco de España, de las cajas del Monte de Piedad, y de piezas de oro numismáticas y demás obras únicas de incalculable valor, para llevárselas al exilio en el yate Vita (tesoro del yate por el que entre ellos se lo robaron para quedarse con él), y poder disfrutar en el exilio de una holgada vida de vicios y desenfreno, como le gustaba a al Doctor Negrín.

Por lo que quizás, el vicepresidente del gobierno socialcomunista, Pablo Iglesias, cuando nombró a Puigdemont como el último exiliado Frente Populista, pensaba en estas similitudes con sus ídolos y dirigentes del Frente Popular del exilio republicano. Así que de ahí se pueda deber la callada como respuesta de parte del gobierno socialcomunista.