Opinión

La ventana española

Salto a la valla de Melilla. Foto de archivo.

Salto a la valla de Melilla. Foto de archivo. EFE

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En los tiempos que corren, se han aclarado muchas cosas. Algunas son estas.

1) Democracia no se opone a dictadura, se opone a la libertad de las personas, utiliza el pueblo para echarle la culpa de los crímenes y tropelías de las élites.

2) Cualquier gripe, incluida la Covid, se trasmite por los estornudos y la tos. Han hecho creer que, cerrando negocios, prohibiendo turismos, confinando familias, creando cercos perimetrales y mascarillas inútiles, se evita su propagación. Esto es falso, pero la prensa fabrica la verdad y dicta lo que tiene que ser bulo.

3) La prensa mundial, en su mayor parte, está controlada por unas élites financieras como Bill Gates, Soros, los Rothschild. Ellos son la verdad, el camino y la vida. Fuera de la obediencia a estas grandes familias no hay salvación posible. En España, los más fieles servidores son Pablo Iglesias y Pedro Sánchez y su izquierda boba. Un opositor es Donald Trump.

4) No existe derecha ni izquierda. Existe globalismo y antiglobalismo. Aquel trabaja para el nuevo orden totalitario. A su servicio está la OMS y la Agenda 2030 de la ONU, el FMI, los Bancos Centrales, el Banco Internacional de Pagos, etc.

5) Está prohibido examinar de qué se muere la gente. No se hacen autopsias. Se sabe por los síntomas. Y los síntomas son una frivolidad, PCR positivos, negativos, asintomáticos y epicenos. El triunfo de la estupidez PCR. Todo tiene que ser terrorismo Covid y quien lo niegue, negacionista, el mismo apodo para quienes negaron el Holocausto.

6) Mientras se confina a los españoles, se dejan entrar miles y miles de “supuestos” emigrantes sin control alguno. Quien se oponga es xenófobo. Quien se oponga a abrir la ventana española, llevará el sambenito de insolidario, de ultra o de la madre que lo parió. Hacen falta insolidarios. Como el poeta.

Abres tanto la ventana
que, al entrar más luz por ella,
al mismo tiempo se cuelan
ruidos, polvos, hojarascas,
los remolinos intrusos,
-imposibles de evitar-
que al acecho afuera están
o dentro de ti difusos,
atentos, vivos, astutos,
con apariencia dormida,
tranquilos junto a tu vida
y en guerra cada minuto.
Tendrás que cerrarla más
y evitar que el vecindario
sea tu guía de usuario
siempre apegado al cristal.
Buscarás la soledad.
Porque ella es un buen refugio
de envidias y vanidades
y otras causas de infortunio
que en el tiempo se acomodan,
esa presencia distante
del desamor, esa cárcel
con paredes de tu alcoba
donde a escondidas añoras
las estancias de otro hogar.
Cierra todo y ya verás
-tal si fuera cosa vana-
cómo tu habitual ventana
cieno extraño la abre más.