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La barba blanca

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Alguna vez, por azar o quizá por destino, uno descubre pequeñas joyas literarias injustamente olvidadas, que en su momento de publicación pasaron por unas pocas librerías con más pena que gloria. Una de esas joyas rescatadas se titula La barba blanca, de María José Gamboa. Una obra que merece una lectura atenta.

El valor de esta pequeña gran obra se encuentra en lo que busca su autora: la unión del pensamiento con el sentimiento. Pocas palabras pero muy sentidas y excepcionalmente bien conectadas. Una envolvente atmósfera surrealista y simbólica hacen brillar esta pequeña obra por sí sola. Me atrevería a asegurar que nada tiene que envidiar a las pocas obras que hay en su extinto género. En todo caso, podría considerarse una digna heredera de un conjunto de obras que marcaron una época literaria como El principio, El vendedor más grande del mundo, Momo o Juan Salvador Gaviota.

La barba blanca dice tanto con tan pocas palabras que el tiempo invertido en la lectura es sólo una exigua degustación de lo que puede experimentarse con la meditación de algunos de sus pasajes más memorables. Es de la clase de obras que el lector no quiere nunca que termine porque la aventura espiritual de sus páginas le ha acompañado por un camino que no uno querría desandar, sino revivir y aprender a caminarlo una y otra vez.

No quisiera desvelar fragmentos o pensamientos acerca de la obra en cuestión. Si por azar o destino esa pequeña obra fuera descubierta por algún otro lector, que lo guarde como un verdadero tesoro de incalculable valor. Al saborear sus memorables pasajes se la situará con justicia en su verdadero lugar, que no es el de los polvorientos estantes de las viejas bibliotecas o librerías, sino en el palpitar de lo más profundo del corazón. Ese espacio misterioso de unión, donde a pesar de las penumbras que rodean nuestra conciencia, podremos recrearnos cuantas veces queramos con sus páginas, ampliar nuevos horizontes y miradas, crecer como personas y detener el tiempo… hasta que despertemos y nos demos cuenta de que ya nos ha crecido una barba blanca.