Qué lejos quedan aquellos días en los que nuestro patio mediático se debatía entre dos opciones. Ante una pandemia, decían, caben dos estrategias: primar la salud aplicando un severo confinamiento, con el riesgo económico consiguiente, o apostar por la economía manteniendo la actividad y arriesgando el colapso del sistema sanitario.
Si atendemos a nuestras cifras de muertos, sanitarios infectados y contagiados en general, podríamos pensar que se optó por la segunda, pero ¡qué va! resulta que nuestra economía está siendo una de las más dañadas.
De ahí mi titular. Nuestro gobierno ha tenido la asombrosa habilidad de combinar uno de los peores datos sanitarios de la Unión Europea con los peores resultados económicos.
Para superar el estupor solo nos quedan las conclusiones de la evaluación independiente, si algún día llega a realizarse.