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Pedro Sánchez y su negligencia culposa en la gestión del coronavirus

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No se trataba de ideología, sino de gestión. No se trataba de vender humo, sino de salvar vidas. No se trataba de esconderse detrás de funcionarios y medios/sicarios de la progresía, sino de dar la cara y liderar una crisis bestial. No se trataba de intentar engañar a todo el mundo todo el tiempo, sino de informar de la verdad y pillar el toro por los cuernos. No se trataba de aplazar pagos fiscales, sino de inyectar dinero líquido en los sectores que se derrumban.

A un modesto empresario como yo, le ha tocado tomar decisiones durante toda su vida, muchas de ellas difíciles, como responsable de un colectivo de empleados, directivos y socios. Lo mismo les ha pasado a cientos de miles de personas al mando de grupos de más o menos gente, incluidas las personas que deben decidir sobre temas de los que puede depender el futuro de sus propias familias en momentos críticos por cualquier motivo, sea económico, de salud, laboral, o lo que sea. Y en todos los casos, quien tiene la responsabilidad debe decidir. Sin vacilar.

Ahora me pongo en la piel del presidente del Gobierno ante el coronavirus. ¿Qué hubiéramos hecho cualquiera de nosotros disponiendo del BOE, del presupuesto nacional, de todos los asesores y expertos del mundo, y de todos los datos de los gobiernos del mundo sobre el virus? Sin ser Einstein, ahí van algunas cosillas que se le hubieran ocurrido hasta al más lerdo desde que, hace semanas, se vio la evolución del bicho en Italia:

1- Hablar con China y Corea, y comprar compulsivamente equipos para hacer cientos de miles de pruebas de manera ágil e inmediata. Resulta que allí, a través de una app, los ciudadanos con síntomas podían registrarse desde el móvil y pedir la prueba. Se les citaba a razón de 15.000 al día en parkings algo alejados del centro urbano, y sin bajar del coche, con un simple raspado nasal, les hacían la prueba, y recibían el resultado en su móvil vía email en cuestión de horas. Una vez diagnosticados, se ingresaban o no, pero sobre todo estaba controlada su ubicación si se les recetaba quedarse en casa.

2- Aprovisionarse de material abundante, hospitales de campaña, y contrataciones masivas de profesionales de la sanidad.

3- Cerrar las fronteras a todo viajero procedente de países de riesgo... ¿Hay algún español que no haya alucinado desde hace semanas con las noticias sabiendo que el mayor porcentaje de los casos eran importados de Italia, y que mientras tanto aterrizaban sin control docenas de vuelos diarios desde allí?

4- Lanzar a la población el mensaje claro y meridiano de la realidad ultra contagiosa de este virus sin vacuna existente. Es comprensible, siendo benévolos, que se hubiera empezado por recomendar encarecidamente a todo el mundo no salir de casa, no viajar, etc. Pero es que se han pegado dos meses transmitiendo "tranquilidad", promoviendo el 8-M, y permitiendo asistencia a actos públicos, partidos de fútbol, cines, teatros, discotecas... Etc.

Todo esto, sin entrar en las ayudas económicas (hoy 13 de marzo este Dr. Falso con piernas no ha ofrecido un euro que no estuviera ya obligado a dar antes del virus), sería lo que cualquier persona con un mínimo sentido común y capacidad de liderazgo hubiera hecho ya hace semanas si hubiera dispuesto de la información que tiene el gobierno. Resulta que han pasado dos meses, y este presidente de cartón piedra, ahogado en su propia inanidad intelectual y en su horizonte narcisista marketiniano sin sustancia gris detectable más allá de Iván Redondo (tendrá que irse de España por la vergüenza ajena que dan sus "tácticas"), va a rebufo de las que tienen ovarios para tomar la batuta, como Díaz Ayuso, y no toma ninguna decisión contra la catástrofe.

Dicho esto, un gobierno, con su presidente a la cabeza, que, en vez de aplicar medidas tan obvias, ha estado mintiendo y anestesiando a la población a pesar de todos los datos aterradores que manejaban, y que ha promocionado una manifestación el 8-M para que nos suelte el rollo infantiloide, gritón, y soez toda esa fauna anticapifeminazi, poniendo en riesgo a cientos de miles de mujeres y niñas (la izquierda necesita lavar cocos desde la más tierna infancia) es culpable, como mínimo, de la más obscena negligencia culposa.

No sé qué pasará en Progrelandia (antiguamente se llamaba España) en el futuro. Pero un solo voto a este tipo es una ofensa a la inteligencia más básica. Mientras tanto, más vale que pacte con la oposición un presupuesto con medidas de verdad para salvar de la ruina lo que se pueda. Porque su equipo de gobierno, en semejanza con él mismo, no tiene categoría ni para gestionar los dineros de una asociación feminazista o pseudoecologista de esas a las que pagan con el dinero de todos para mantener la lavadora cerebral a tope de rpm.

El negligente Sánchez acabará, espero que muy pronto, en el vertedero de la historia, como corresponde al presidente más inepto de la historia contemporánea.