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La dictadura de la diversidad

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Nos están cociendo a fuego lento en una dictadura que tiene la diversidad por bandera. Una diversidad enclenque que solo entiende de dicotomías. Cuando la ciencia ha demostrado que la herencia genética que recibimos de nuestros ancestros nos podría hacer viajar por todo el mundo para encontrar sus huellas, estos dictadores de lo políticamente correcto no asumen más razas que blanco y no blanco, y en ese balance los españoles, campeones de la mixtura, nos quedamos sin ubicación clara.

Hablan de diversidad sexual pero solo admiten como realmente bueno lo no heterosexual exclusivo. Hablan de diversidad de opiniones políticas pero solo admiten la de no libertad individual. Hablan de democracia y libertad y solo crean barrotes para constreñir la mente.

Nos quieren sumisos, adoctrinados en el odio al mayor imperio generador de libertad, porque nadie es libre sin educación y desde España se generó la mayor empresa de distribución de conocimiento y desarrollo social de la historia, sin móviles, sin internet, solo con el corazón cuajado de orgullo y deseo de construir mundos nuevos.

Testosterona a flor de piel domesticada por mujeres de una pieza sin feminismos desfeminizantes, y un Dios protector y exigente con los dones de cada uno, dándoles el privilegio de que todos eran hijos suyos, con el mismo derecho a soñar con paraísos en la tierra. Y este orgullo de raza sin raza porque todos cabían en su bandera, de leones sin tregua al desaliento, parece haberse diluido, después de varios siglos de mandarnos al rincón de pensar, por haber levantado la voz con todo el desparpajo de quien se siente libre, único pero convencido de que, junto a sus hermanos, alcanzará las metas más grandes.

Izquierda indefinida les llama la izquierda que siempre estuvo al pie del cañón constructivo con la igualdad por santo y seña, y de la que ellos creen mamar y recoger sus atributos más nobles. Izquierda destructora, digo yo, marioneta de causas que arrasan la familia y la felicidad de vivir en libertad. “Las nanas de la cebolla” que nos hacían justificar y otorgar a la izquierda el marchamo de superioridad moral vomitadas para bloquear nuestra capacidad de protesta.

Pero lo peor es que es un mal globalizador que se extiende por todo el mundo con canciones contra los hombres por ser hombres, contra las mayorías para que no se atrevan a considerarse superiores, contra el sentido común para que definitivamente sea el menos común de los sentidos.

“La verdad os hará libres” dijo Jesús, por eso la mentira invade nuestro entorno. No podemos callar, necesitamos recuperar nuestra voz. Qué voz, cualquiera que clame libertad sin apellidos, sin agresión.