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Villacís, Rivera y Aguado en uno de los últimos actos de la campaña del 10-N

Villacís, Rivera y Aguado en uno de los últimos actos de la campaña del 10-N Efe

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Siempre me ha interesado la política. Desde mi adolescencia cuando Franco agonizaba y la incertidumbre sobre el futuro se palpaba en el ambiente, las ideas políticas, los líderes que las abanderan, su incidencia en la sociedad y sus resultados prácticos cuando alcanzan el poder.

Me afilié a Ciudadanos cuando dio el paso a la política a nivel nacional porque me era muy fácil identificarme con su programa político, con la génesis del partido en un territorio de hegemonía nacionalista, con la juventud y la solvencia de buena parte de sus líderes y con un equipo económico excelente.

Durante estos cuatro años largos, hemos vivido momentos buenos y también amargos y ayer fue el más amargo. Ahora que Albert Rivera ha presentado su dimisión y su abandono de la política militante, se dirá que cometió errores graves, como no facilitar la investidura de Pedro Sánchez. Otros dirán que utilizó Cataluña y Euskadi para sacar votos en España viniendo a provocar a Alsasua, Rentería y Miravalles.

Probablemente también habrá influido la mayor utilidad de votar al PP para evitar la dispersión del voto unionista y el hecho de que la élite del partido se haya trasladado de Barcelona a Madrid, etc.

Sí, Rivera habrá cometido errores, pero no nos engañemos. Es muy difícil hacer lo que ha hecho Rivera y algunos pocos más. Hay que tener valor para lamer política a favor de España allí donde España ocupa la posición de "enemigo" y vives cada día bajo la amenaza, la coacción y la posibilidad de agresión; todo ello, además, promovido desde las instituciones y medios de comunicación. Medios que desde posiciones separatistas unos y de izquierdas otros, cada día situaban a Ciudadanos como enemigo de los catalanes y de los vascos y como uno de los partidos “fachas”. Todo habrá tenido que ver en el desenlace final, pero de todos es conocida la capacidad de los medios de comunicación de masas de colocar etiquetas de contenido extremadamente negativo a quien quieres aniquilar, en este caso políticamente y la eficacia de la coacción y la agresión a la hora de dominar voluntades en el cuerpo social, como es el caso del País Vasco y Cataluña. Ciudadanos no tuvo ni tiene ninguna posibilidad de contrarrestar el poder mediático en su contra y carece de la vocación y la falta de principios necesarios para ejercer la coacción y la agresión contra el rival.

No se cual será nuestro futuro, pero quizás se haya perdido la oportunidad de que un partido de centro reformista, moderado, europeísta, defensor de la unión, con un equipo y un programa económico excelente y una agenda social moderna haya tenido protagonismo en España en momento tan difíciles. Yo doy las gracias a Albert Rivera por haberlo intentado.