Leyendo la Carta XVI de nuestro Ilustre amigo don José Cadalso, me veo en la necesidad de revindicar la memoria de tantos personajes ilustres como han nacido y vivido en nuestra patria (don Pelayo, Alonso Pérez de Guzmán, El Cid, Gonzalo Fernández de Córdoba, Hernán Cortés y un largo etc.).
Las naciones modernas como la nuestra sustituyen las estatuas de sus héroes, defensores de grandísimos valores, que decoran y adornan sus plazas, por insignificantes esculturas que lejos de ser bellas, son frívolas, o nada expresan. Los dirigentes cambian los nombres de sus calles, movidos por el deseo quizás egoísta, e incluso envidioso, de que ninguno de dichos personajes pueda eclipsarlos o relegarlos a un segundo plano. No hablemos de amigos y enemigos, no olvidemos que todos lucharon por una mejor Historia de España.
Nada engrandece más un país que la defensa de sus insignes hombres y mujeres. ¡Qué mejor forma de educar y dar ejemplo a los jóvenes, en cuyas manos ponemos el futuro de nuestra tierra, que embelleciendo sus plazas y lugares públicos con monumentos de sus gloriosos personajes ilustres!