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Bienaventuranzas del siglo XXI

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Como bien dicen los intelectuales progres, la “reorganización”, la “adaptabilidad”, la “reubicación”, son conceptos inherentes a las nuevas sociedades del siglo XXI.

Jesús, Dios para los cristianos, profeta para los creyentes y figura mesiánica para los agnósticos... Jesús, hoy, subido a cualquier estrado independiente, volvería a proclamar las bienaventuranzas, claro que adaptándolas a los tiempos modernos. Quizás nos daría sopa con onda a tantos y tantos “listillos” que andamos todo el día colgados de las redes sociales:

Bienaventurados los que generen empleo para que otros puedan trabajar y comer, porque ellos serán justos, no santos.

Bienaventurados los que busquen la verdad y la justicia renunciando a sus propios intereses, porque ellos serán justos, no santos.

Bienaventurados los que digan ver a Dios, entregando su tiempo a los más necesitados, porque ellos serán justos no santos.

Bienaventurados los que, con firmeza desinteresada, limpien la mentira y la hipocresía de la sociedad, porque ellos serán justos, no santos.

Bienaventurados los que nunca vean prosperidad personal, dedicándose a recoger la pobreza ajena, porque ellos serán justos, no santos.

Bienaventurados los que, sonriendo, conviertan su edad en juventud, porque ellos serán justos, no santos.

Bienaventurados los que, mirándose al espejo, se culpen por el dolor ajeno, por la vida entrecortada, por el egoísmo ególatra, por la ceguera diaria, por la soledad cobarde... porque ellos serán justos, no santos.

Jesús, Dios para los cristianos, profeta para los creyentes y figura mesiánica para los agnósticos, deberá ser para todos justicia encarnada... la santidad podrá venir después.