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Música

Miki Núñez representará a España con su canción 'La venda'.

Miki Núñez representará a España con su canción 'La venda'.

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Al decir de algunos y algunas la música amansa a las fieras. Puede que así sea si la pieza musical es del agrado del hipopótamo del Nilo cuando éste no hace ascos y abandona su condición de vegano. En cierta ocasión zozobró una embarcación de turistas. Entre ellos un marqués con su secretario personal pudieron comprobar  la fea costumbre que tienen estos artiodáctilos de atacar sin cita previa. – “No tema usted, señor marqués, por suerte llevo encima mi radio portátil” –dijo el susodicho ayudante. Lo único que logró sintonizar fue “Marinero de luces” de Isabel Pantoja y claro, al festín de los hipopótamos se unieron los cocodrilos poseídos por una enloquecida alergia musical.

La música es algo mucho más serio cuando se trata de amansar al propio ser humano. Aquí sí funcionan los efectos terapéuticos que desprende la universalidad de los acordes. Da igual que sobre el escenario esté Queen con su “Somebody to love”, que lo haga Bruce Springsteen o la mismísima Orquesta Filarmónica de Viena, lo cierto es que ni fronteras, ni razas, ni color de la piel pueden frenar a las ondas de un lenguaje tan cósmico como lo es  la música y los valores que irradia. Ahora bien, frente a este patrimonio del entendimiento global, existen otras componendas que rompen las armónicas convivencias que la música se encarga de conseguir. Son los derechos humanos como elemento discordante. Hay quienes pretenden boicotear a Israel que, según parece, es el país organizador de una nueva edición del infumable festival de Eurovisión. Y aunque sea un pestiño la gala, no deja de estar sujeta a la  amistad,  esa antigua fórmula que guarda relación con el compañerismo y la armonía entre seres humanos.

Israelíes y palestinos si no se entienden con la palabra tienen que hacerlo a través de la música en su expresión más jubilosa al fluir de un festival tan diverso como es el de Eurovisión. Acuerdos existen para todo aquello que el ser humano a bien disponga, y si además van acompañados de fondo musical, nada hay más complaciente. Ya sé que entre Gaza e Israel la polifonía es fúnebre y con falta de coraje entre las partes para cambiar el ritmo de los acordes. Cohetes que viajan y víctimas que entrelazan entre sí el dolor de la vergüenza en un siglo XXI incapaz de remediar lo que nos sobra y nos molesta al resto de los amantes de la paz. 

Pero lejos de proclamas al uso que no conducen a ninguna parte, dado que llevamos años de beligerante conflicto entre Palestina e Israel, surgen los acomodados de la ocasión –que suelen ser los mismos evocadores del mismo mantra-, siempre dispuestos allá donde haya necesidad de  figurantes con gastos pagados por quienes mueven los hilos de la discordia. Lo digo porque hoy se levantan grupos que intentan oponerse a que en Israel se celebre Eurovisión. Tratan de boicotear lo que la música en su modesta aportación viene a sustituir la falta de acuerdos por parte de mandatarios y organizaciones tan permisivas como cómplices.  

Por suerte una plataforma de artistas y celebridades han firmado un manifiesto de apoyo a Israel. Decenas de artistas de todo el mundo califican el boicot al certamen televisivo como "una ofensa a israelíes y palestinos que trabajan por la paz". Tel Aviv tendrá la oportunidad de ofrecer a millones de personas el único lenguaje capaz de hacernos votar por unas canciones de conciliación. El resto forma parte de la estupidez humana, como de costumbre. Dejemos que la cultura, en sus diferentes expresiones, desnude nuestros muchos defectos. En fin, como dijera Bob Marley: “Cuando la música te alcanza, no sientes dolor”.