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Vox, el realismo mal comunicado

Santiago Abascal en Paracuellos.

Santiago Abascal en Paracuellos. EFE

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Viendo lo que se ve, simpatizar con Vox es, sencillamente normal. Otra cosa es entregarle votos sin más.

Vox, como partido político, quizás se ha presentado “como un elefante en una chatarrería”.

Las verdades de Vox son aquellas que muchos millones de españoles rumian todos los días, en soledad, en grupo, en tertulias.

Vox, como otros partidos, se ha equivocado, no en sus “ideales”, sino en presentar los problemas acuciantes como una realidad a corregir.

Vox dice verdades, “verdades de a puño”, sin tapujos... Se equivoca, es posible, en la forma... Porque...

El problema grave de las autonomías. ¿Alguien lo duda?

El problema escandaloso de la educación. ¿Alguien lo duda?

El problema incomprensible de la sanidad. ¿Alguien lo duda?

El problema absurdo de lo mercantil. ¿Alguien lo duda?

Un país con mil lenguas, con miles de normativas mercantiles autonómicas, con miles de conceptos a gusto de las élites, que se dicen progres. Un país así no es terreno propicio para invertir, ni tiene cimientos para progresar.

Y si Vox lo dice fuerte y claro. El gremio de “políticos agrupados” le condena por extremista. La jerarquía, en funciones, no le recibe. Y lo que es peor, el pueblo, “pagano ignorante”, vota, vota y vota para que nada cambie.

Ignorar la “Vox” que clama en el desierto. Aislar el realismo por su claridad. Defenestrar al que habla sin tapujos. Se llama ostracismo político.

Lo grave de estas realidades es que el pueblo no se da cuenta que los populismos izquierdosos no defienden sus intereses; la base para que ellos existan y sobrevivan es que los pobres no desaparezcan. La pobreza es el alimento de la izquierda populista... Por eso la izquierda odia a Vox.

No soy votante de Vox, pero reconozco que sus verdades son las realidades de millones y millones de españoles. Y que su aislamiento es el pan de ciertas élites que se dicen progres. Centristas. Izquierdas moderadas. Morados bixesuales. Socialistas de cartilla. Fariséos acomodaticios del poder”.

Y, si decir la verdad con claridad y fortaleza merece el desprecio, el pueblo debería ser el primer bautizado en las aguas claras de Vox.