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Progre Jota

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Durante la última campaña electoral no me sorprendió que los medios de comunicación progres (casi todos) tacharan a Vox de fascistas, ni me sorprendió que los filo-etarras, los golpistas y los anticapitalistas millonarios les pegaran en los meetings, ni que los socialistas les responsabilizaran de la muerte de mujeres, ni que Rivera dijera que querían tiroteos en los colegios, ni que probablemente les quitaran la mitad de los votos (censurando su presencia en los debates) porque lo decía Puigdemont. Lo que sí me sorprendió fue la feroz campaña de Pedro Jota (en adelante Progre Jota) contra Vox.  

Progre Jota, cuando era Pedro Jota, siempre fue un defensor de la verdad y de la libertad, mientras que toda la demonización de Vox relatada anteriormente, a la que se ha sumado Progre Jota, es paradigma de la mentira y del totalitarismo. 

Progre Jota ha pedido diariamente que Vox se integre, o que vaya en coalición, nada menos que con el PP de la corrupción, de la ruina, de la cobardía y de la traición, porque, según sus cálculos, Abascal le estaba quitando escaños a la derecha; sin darse cuenta de que defender semejante tropelía, es tan profundamente antidemocrático como todas las barbaridades que se dicen a diario de Vox.

Cuando Progre Jota era Pedro Jota sabía que los electores han de votar en conciencia, en base a los programas que les ofrecen los partidos. Predicar que un partido nuevo como Vox vaya de la mano de los que nos han arrastrado a la penosa situación actual, es simplemente pueril. Si Progre Jota cree que los 2,7 millones de votantes de Vox hubieran mantenido el sentido de su voto, con esta clase de cambalaches con el PP, está muy equivocado. Sin duda que la mayoría no hubiera votado (y con razón) si ningún partido hubiera defendido los principios y los valores en los que creen.

Luego están las continuas referencias de Progre Jota a que Vox es un partido radical de ultraderecha, o sea, lo mismo que dicen los progres. Progre Jota no es consciente de que la dictadura ideológica y la represión de las libertades individuales que vivimos es tan atroz, que cualquiera que se atreva a discrepar del discurso único es inmediatamente marginado. Prácticamente todo lo que defiende Vox es lo que hasta hace menos de 15 años le parecía a todo el mundo lo normal y de sentido común. Es sorprendente que alguien que en los ochenta se pudo echar un cigarro en un bar de copas, o que si quería ligar le pudo decir a una chica un piropo, sin temor a que lo metieran en la cárcel, no entienda lo que está pasando hoy en día.

A Progre Jota, cuando era Pedro Jota, le hubieran parecido una aberración las leyes discriminatorias entre hombres y mujeres, que nos impongan verdades históricas sesgadas, que den permisos a los violadores, que te metan en la cárcel por defenderte de un asalto en tu casa, que dejen a los niños varones sin recreo, que prohíban Caperucita Roja, que prohíban las procesiones en los colegios en Semana Santa, que te insulten por comer jamón, o que te tiren piedras por celebrar las fiestas de tu pueblo.

El gran triunfo de los progres, con el enorme poder de su monopolio mediático, no ha sido conseguir que una gran parte de la sociedad se oponga al sentido común, ni siquiera su gran triunfo ha sido ganar las elecciones después de aliarse con los golpistas, su gran triunfo ha sido ser capaces de transformar a Pedro Jota en Progre Jota. Si han conseguido esto, es que realmente vienen tiempos oscuros.