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Casado y los exiliados del PP

Pablo Casado este lunes en el Palacio de la Moncloa.

Pablo Casado este lunes en el Palacio de la Moncloa. EFE

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Me produce perplejidad el craso error de la muy reciente Ejecutiva del Partido Popular, que ha forzado a Casado a reprobar, con etiquetas denigrantes, a los dos millones setecientos mil electores que optaron por Vox. No es aventurado sostener que, al menos, el ochenta por ciento de esos votantes provienen del sector más fiel y consecuente con los valores políticos y sociales que conformaron el ideario del partido Popular, autoproclamado de centro derecha. Por ello, Casado no puede alinearse con las opiniones de medios y tertulianos sectarios, que rasgan sus vestiduras por la irrupción de Vox, mientras se embelesan con la farsa carnavalesca de Iglesias en los últimos dos debates electorales, alabando la moderación del impulsor de escraches, asaltos a parlamentos y capillas, aumento desaforado de impuestos, nacionalización de medios, centros educativos, sectores productivos y derogación de la Constitución del 78, entre otras lindezas marxistas. 

No es de recibo anatemizar a españoles que, con mucho sentimiento, se han sentido expulsados de un partido que decía defender su modelo de patria, a causa de los continuos desatinos de Rajoy y su más próximo entorno. Y es que no han podido sobrellevar, primero, el flagrante y absoluto incumplimiento del programa que les otorgó una rotunda mayoría absoluta (186 escaños), dando lugar a un calamitoso y connivente refrendo de las sectarias y perniciosas leyes de Zapatero. Leyes que dinamitaron la reconciliación de las dos Españas y cultivaron la semilla de la guerra legal de géneros, además de elevar a categoría de un derecho la práctica del aborto, espeluznante genocidio del embrión humano. Es cierto que el PP planteó recursos de inconstitucionalidad en algunas de ellas, pero no movió un dedo para instar al alto tribunal a salir de su punible incuria. Todavía, ocho años después, seguimos esperando que irresolutos altos magistrados cumplan con sus más insoslayables obligaciones profesionales.

Y, sin tregua, esa sufrida franja de votantes del PP, pasar vergüenza y humillación por los escándalos financieros de Génova y Valencia, entre otros. Para, seguidamente, padecer la inhibición de Rajoy y Soraya ante sucesivas convocatorias de consultas separatistas, concluidas en golpe de Estado, culminado con una cobarde e ineficaz aplicación del artículo 155.

Y finalmente, hace menos de un año, contemplar consternados la ignominiosa entrega del poder en bandeja de plata al líder político más falsario, sin escrúpulos y totalitario, de la actual etapa democrática. Soportando, en una bochornosa sesión, la ausencia de Rajoy, escondido en el alcohol tras su infame negativa a dimitir y convocar elecciones. Otro día aciago para la democracia en la que un personaje, reprobado hace menos de dos años como Secretario General por su propio partido (hecho insólito), a causa de querer cruzar líneas rojas de inicua asociación con separatistas, golpistas y sucesores de ETA. Justamente quienes han permitido encaramar en el poder al Sánchez, de los 84 escaños y del más puro estilo caudillista bolivariano. Ahora en marcha su último gesto de personaje soberbio e impertinente, la cita en Moncloa (y no en el Congreso) a los dóciles lideres (sin Vox) de la oposición, antes de haber sido proclamado candidato por el Rey.

Señor Casado, en la reciente Ejecutiva para analizar su hecatombe electoral, ha caído en la trampa de quienes siguen sin arrepentirse de los desmanes de Rajoy y Soraya. Sea fiel a los planteamientos que le dieron la Secretaría General del partido, en confrontación principalmente con la Soraya de Rajoy, personajes ambos excusados, e incluso añorados, por las izquierdas mediáticas y políticas. Señor Casado, renueve su Ejecutiva, porque el enemigo está dentro. Convenza de que su palabra es ley y recuperará, sin duda, la mayor parte de quienes abatidos por tanto engaño huyeron a refugiarse en Vox.