Un socialismo de ideales caducos dándose de bruces con la realidad de sus propios votantes.
Hace 39 años pasé el 1 de mayo en Bulgaria. Sofía era una capital lavada con jabón la noche anterior, con bellos jardines llenos de flores, esperando la gran fiesta de los trabajadores. Nadie hablaba allí mal de su sistema político y la sensación, del que pasa por allí, era de un lugar donde la gente vivía sin pobreza, todo muy organizado y limpio.
Daba la sensación de ser el paraíso socialista.
El paraíso socialista de hace 40 años, que entonces sería el infierno para los disidentes y hoy lo sería para casi todos los que votaron PSOE el 28A. Porque hoy nuestro ideal de modo de vida no pasa por tener las necesidades básicas cubiertas aunque la izquierda quiera relanzar, una y otra vez, ese ideal.
En España eso llegó con Franco por mucho que moleste a tantos. Nos venden la pobreza que hay en el país como si fuera la misma que dominaba en Europa antes de la Segunda Guerra Mundial. Pobreza que suponía que trabajabas duramente y eso te permitía comer y poco más. Hoy la pobreza viene determinada por el paro, el gran excluyente de la clase media.
Es cierto que los sueldos más bajos no permiten muchas más alegrías que las de cubrir las necesidades básicas y eso con esfuerzo, pero no es menos cierto que la gran mayoría de sus perceptores disfrutan de algunos días de vacaciones, pueden tomarse unas cañas, ir al cine y tener un smartphone, mientras tienen el colchón de sanidad, educación y pensiones públicas.
Por eso hay que hacer creer que, si gobierna la derecha conservadora o liberal, se romperá el colchón al bajar los impuestos y esos tres puntos claves del bienestar de la clase media trabajadora actual desaparecerán.
El problema es que si los trabajadores mejor cualificados, con mejor remuneración son asfixiados a impuestos, harán un uso mayor de los servicios públicos y estos se masificarán aún más. Se reclamarán más servicios públicos, más impuestos y el colapso será total.
Esa es la obra que la voz socialista española declamará en los próximos 4 años.
Por suerte, uno de los problemas de nuestro país, el traspaso excesivo de competencias a las autonomías, puede ser nuestra salvación. Tener la educación y la sanidad en manos autonómicas, tener una parte de impuestos gestionados en cada región, nos puede permitir frenar el impulso de conductor suicida de este socialismo de postureo y corrupción con sonrisa de Pinocho.
Si eran importantes las elecciones del 28A, las del 26M lo son ahora más.
El PP ha destrozado la confianza de sus votantes y no creo que haya vuelta atrás, más bien la pérdida de votos les conducirá a la desaparición, VOX será el partido liberal conservador y Ciudadanos el liberal progresista. PSOE ha tenido más corrupción que PP y una historia lamentable para España, pero tiene más votantes que lo apoyan con idolatría, y seguirán sus siglas sin posibilidad de cambio. Sin embargo, en Andalucía fue posible verlos caer. Es primordial, si queremos mantener y mejorar nuestra calidad de vida, que los gobiernos autonómicos y ayuntamientos compensen los estragos que pueda provocar la bienintencionada votación del 28A, y está claro, que sin un punto de sentido liberal, vamos abocados a la tercera crisis socialista desde el 78.
PD: Y todo esto, sin hablar de paro