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Elecciones: una respuesta inexistente a una pregunta sin contestación

Pedro Sánchez celebra los resultados electorales en la sede socialista en la calle Ferraz, en Madrid.

Pedro Sánchez celebra los resultados electorales en la sede socialista en la calle Ferraz, en Madrid.

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Tengo para mí que la clave de la incertidumbre política de estas elecciones es la mutación social que se ha producido en el ecosistema sociopolítico: las ideologías han sido sustituidas por los intereses. Y estos últimos, a diferencia de aquéllas, no son configurables ya fácilmente en grupos sociales estratificados: las clases se han transformado en micro/mesogrupos que pugnan por la defensa de sus intereses, puestos en peligro por la deriva de la economía financiera hacia el despeñadero mortuorio de la economía industrial.

La clásica división sectorial se sustituye por la economía de la globalización: el capital es móvil, poroso y ya no acumulativo -bienes y propiedades tangibles- sino fungible con facilidad, sin límites que lo controlen -desregularización- y su plusvalía ya no acrecienta la liquidez de la fuerza productiva -ahorro-, sino que es rapiñada por la capacidad extractiva de la élites, que la descapitalizan.

De todo esto se concluye que los partidos ya no son capaces de dar respuesta política - ideológica- a los intereses de sus electores, porque éstos los configuran en constructos híbridos de variada composición socio-política-económica, con diferente peso grupal en función de la posición relativa que los micro/mesogrupos sociales ocupan en la configuración del sistema y en sus límites fronterizos intergrupales: mujeres/hombres; jóvenes/maduros/viejos; trabajadores/parados/ pensionistas; urbanitas/rurales; propietarios/inquilinos/desahuciados.

Los partidos políticos, como forma históricamente ideal de organización social someten su validación al juicio social de los electores, pero éstos ya no encuentran la respuesta necesaria -compleja y atomizada- que el cuerpo social les exige. La demoscopia se ha convertido en una forma altamente especializada de propaganda de intereses partidarios. Ha dejado de ser un instrumento científico de ayuda e información para conformar la opinión política en que se ha de soportar la voluntad electiva del cuerpo social. Los votos son ya un sucedáneo desnaturalizado de la expresión de las verdaderas necesidades de los electores. 

O los partidos cambian o las necesidades sociales insatisfechas continuarán sin verdadera respuesta política. La incertidumbre seguirá siendo el factor clave para una consulta electoral. Y nada es más dirigible -manipulable- que una voluntad política sometida al viento mediático, a la teratología informativa de las noticias falsas y a la depredación comunicativa y tóxica del efecto inoculador y vírico de las redes sociales en la conformación de la opinión pública.