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Eexpatriados independentismo y amistad

Flores amarillas en frente del Palau de la Generalitat.

Flores amarillas en frente del Palau de la Generalitat.

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Si no lo cuento, parecerá que no ha sucedido. Por lo tanto, ahí va.

Aunque diminuto el elemento, su color esplendoroso casi me deslumbra. Lo observé perpleja, bajé la mirada displicente como si no fuera conmigo y seguí hablando. Por supuesto ante ella, ignoré por completo el adorno en el abrigo. Acto seguido pensé ¡qué bonita sería la amistad sino razonáramos tanto! Acabé rápido la conversación y aquí estoy escribiendo esta apología a la amistad.

¡Querida P! 

Sé que el lazo amarillo que paseas por nuestra ciudad Tübingen a 1.230 km de Barcelona lo paseas por mí. ¡Qué le vamos a hacer!  En la distancia el nacionalismo se deja sentir y las pasiones se viven con más vehemencia de lo necesario. 

Sencillamente nadie conoce en esta bendita ciudad el significado de ese adorno que sobresale en tu solapa. ¿Qué quieres definir, tu militarismo independentista ante los pocos españoles que andamos sueltos por aquí? ¿O más bien, me lo dedicas a mí, tu amiga de tantos años?

Desde que empezó el mal llamado “procés”, los vaivenes políticos y judiciales que suceden en Cataluña, dirigen nuestra amistad.  

Ha quedado patente que la senda que yo he querido marcar desde el comienzo de todo este delirio independentista no nos ha servido. Mi lema ha sido: AMISTAD por encima de todo y toda ideología. Pero a ti, una independentista tenaz, tu utopía te vence y los acontecimientos en Cataluña me van restando puntos ante ti.

Te lo pido, ¡no me odies más! Yo no represento, aquí en Alemania, al Estado Español.  Yo, al igual que tu, soy una patriota y me duelen los embustes, los engaños con los que intentas convencer a todo aquel que te quiere escuchar. Para ti, España tiene la culpa de tu desgracia cerrando la vía al independentismo

He aguantado durante años tus comentarios altivos y displicentes sobre España. He callado, aunque con gesto de desagrado, marcándote, que por ahí no ibas bien. Mi error fue no pararte en seco la primera vez. Yo, por seguir la senda de la amistad, he tragado con tus lacitos con la senyera en cada regalito que me traías a casa. Siempre me parecieron de pésimo gusto. Te saqué tarjeta, cuando utilizaste el topónimo “españolita" como insulto, ahí salté y te dije -por ahí no vayas-. Pero tú eres contumaz y ese toque fue escaso.

Se venden falacias y siempre hay clientes que pican. Pena que aquí en Alemania encuentras entre los locales muchos que se suman a tu causa romántica y te alientan y consuelan en “tu desgracia” viviendo oprimida por un Estado donde "no existen las libertades y hay presos políticos”.

Inútil entrar contigo en diálogo. Tus emociones dejan en entredicho tus lagunas históricas y ya no digamos políticas. Tú solo quieres que España “suelte sus garras de Cataluña” y tu nacionalidad catalana. Ignoras conceptos como Soberanía, Constitución, separación de Poderes, libertad, igualdad y por supuesto niegas el adoctrinamiento en escuelas y medios de comunicación en Cataluña.

Manchas continuamente la imagen de España, la empañas con discursos que vas regando de manera intencionada por donde pasas. Yo ya no te doy la oportunidad de escuchártelos. Me quito de en medio cada vez que empiezas con tu speech separatista de odio a España.

Se sufre mucho España, fuera del territorio nacional. Es duro vender la idea de España lejos de ella. Por aquí no tenemos ni prensa, ni medios que defiendan a nuestro país. Los pocos que creemos en una idea clara de España, intentamos defenderla, pero nos encontramos muy solos.

Incluso una gran mayoría de los españoles expatriados prefieren mantenerse distantes. Presumen mucho de país, pero dónde empiece y dónde acabe éste, les trae sin cuidado. La mayoría ha comprado muy bien esa cantinela del “derecho a decidir” que el separatismo ha sabido vender. 

Por el contrario, lejos de Cataluña, el separatismo no descansa. Se dan conferencias sobre Cataluña y la defensa de un Estado propio, por profesores alemanes, que desconocen de que se trata todo esto, opinando y confundiendo. Conferencias a propósito, amparadas por asociaciones españolas que pagamos todos los socios con nuestras cuotas -la mía ya no, me he dado de baja-.

Querida P, el próximo jueves te veré. El evento es ineludible para ambas. Ahí estarás tú con tu lacito amarillo dedicado a mí. Todavía no he decidido si esta vez daré la batalla y te retaré defendiendo a mí país o seguiré como hasta ahora, apostando por ti, callada e intentando defender nuestra antigua amistad. Veremos cómo me levanto ese día.