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Aprender a ser tutor

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Se dice que la enseñanza es “vocacional”. Creo que sí, porque si no sería imposible practicarla durante más de 71 años, como el viejo profesor natural de Galdácano, Ignacio Pujana, marianista; hoy, con jubilación retrasada, trabajando en Vitoria.

Entusiasmo, preparación, fidelidad, comprensión. Regateador de la vida, de genio endiablado, lleno de afecto humano. Inyector de ideas. Soñador de viejo. Creador de jóvenes.

Todo lo que eso comprende es lo que en la enseñanza se conoce como “tutoría”.

Observar cómo invade “la vida” en los colegios. No abortar, ninguna, sino conducirla... Oír sus quejidos. Sus silencios, sus deseos... Saber secar sus lágrimas. Escuchar sus cansancios... Parar el reloj. Comprender los tiempos. Dibujar futuros con papel y pluma ajenos.

La enseñanza no conoce de tutorías profesionales, sí de tutorías humanas.

Tutoría significa amistad, apoyo, firmeza, comprensión. Tutoría es sinónimo de compañía y compañía es sinónimo de acompañar.

Joven, viejo profesor y cura, Ignacio, fortachón de joven y peleón de viejo, cuando puedas, organiza un pequeño seminario sobre la “tutoría” y, si eres poco locuaz, coloca sobre la mesa tu retrato y tu vida, “Mis conversaciones con la gallina Braulia”.