Ayer tuve el privilegio de ir a un debate televisivo como representante de Ciudadanos en el Parlamento Andaluz. Allí estaban encarnadas todas las fuerzas políticas que ostentan representación en el Parlamento Andaluz.
Lo primero que me llamó la atención es que la bandera de España tardó exactamente 2 minutos en salir, y en boca del bloque conjunto que parecen haber creado Adelante y PSOE, es decir, a quienes les parece molestar. Imputaban especialmente a Ciudadanos que usáramos la bandera para crispar, para enfrentar, para provocar. Eso sí, ambas representantes se sentían muy españolas, o eso decían.
Cuando el bloque sociopodemita convocó un “rodea el Parlamento” el día de la investidura de Juanma Moreno, en el que, ¡cómo no!, ondeaban múltiples banderas republicanas, era un acto de amistad, hermanamiento y besos con lengua. Pura y pueril hipocresía.
¿A quién molesta la bandera de todos? Evidentemente a quienes pretenden negociar y ya lo han hecho a la baja lo que la misma representa con quienes quieren destruirla. Ya por el hecho de portarla soy facha, o algo peor: fascista.
Es ya muy evidente la pretensión de muchos partidos, (por no decir todos menos Ciudadanos), de polarizar las vetustas sensibilidades ideológicas de los ciudadanos hasta lograr que acudan a las urnas con miedo, rabia, frustración u odio. Ni rastro queda de la ilusión que generaban antaño los programas electorales en cuanto a las medidas que mejorarían la vida diaria de los ciudadanos.
Pretenden crear una sociedad de buenos y malos, de vencedores y vencidos, de víctimas y verdugos, en definitiva, una sociedad incapaz de valorar con objetividad los proyectos políticos que se pretenden hacer con el Gobierno de la nación. Y todo con un objetivo claro: que los ciudadanos apelen a sus emociones revanchistas para que no vean con meridiana claridad que existe un partido que no va a acudir a luchas del pasado para justificarse, un partido que tiene, de largo, el mejor programa de Gobierno.
Llaman veletas a Ciudadanos porque son incapaces de situarnos en uno de los frentes revanchistas, porque somos capaces de negociar y pactar con los proyectos constitucionalistas por y para llevar nuestras políticas a efectivo cumplimiento, y eso les despista, les desorienta, les confunde, en definitiva: les jode.
En el fondo quieren ser de Ciudadanos, pero no tienen aptitud ni actitud, así que confórmense con esa burda tentativa de polarizar las sensibilidades políticas y arrancar los votos que sean capaces de extirpar de las vísceras de los españoles.