Parece ser que la eutanasia es otra de las prioridades del nuevo gobierno de Pedro Sánchez.
Lo más grave de esta “toma en consideración de la proposición de Ley para la regulación definitiva de la eutanasia” es que se hace en contra del criterio de los Colegios Profesionales de la Medicina.
La conciencia de la muerte puede que sea una realidad en determinados casos muy selectivos y, dentro de ellos, un muy reducido grupo es capaz, “voluntariamente”, de tomar decisiones finales.
Las primeras preguntas que yo haría a los políticos es la referida a los sujetos que vayan a poder tomar la decisión de aplicar la eutanasia: ¿El interesado? ¿Los padres o tutores? ¿Influye la edad del paciente? ¿Quién aconseja o prescribe la toma de decisión? ¿Quién da el visto bueno?
Desear la muerte o suicidio por enfermedad que “alguien presupone incurable” o desearla por situación psicológica personal extrema... ¿Dónde nos encontramos? La medicina es esperanza. La vida es ilusión...
La medicina es realista, consciente, cercana, amable... A eso se le llama “cuidados paliativos”.
¿Cuántos del conglomerado parlamentario ha asistido a enfermos terminales? Yo he visto, en muchos de ellos, la sonrisa apacible; he sentido el apretón de sus manos frías llenas de afecto; he contemplado su mirada pidiendo compañía... Yo no he visto en ninguno de ellos el deseo de morir, firmando un papel con destino al Registro Civil.
En todos los casos, y son muchos, he visto a personas que sonreían a sus enfermeras, a sus doctores, conscientes de la situación... He visto llorar a los profesionales cuando, a pesar del momento, sentían la mano esperanzadora pidiendo irse en paz... Acompañado...
Eutanasia o suicidio tramposo es la decisión de una sociedad que prioriza la muerte... De una sociedad en la que el individuo no cuenta... De una sociedad que invierte en medicina y no da esperanza...