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Primera recriminación pública de la UE a Orbán

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán.

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán. REUTERS

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La obcecación del primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, y su ansia  de poder le ha llevado a sufrir el primer varapalo serio en el Parlamento Europeo. Su negativa a la suavización de la ley que ha creado para dañar la independencia de las ONGs y la capacidad de recibir fondos del exterior, y su negativa a la firma del acuerdo con la Universidad Central Europea, que ha cumplido los nuevos requisitos exigidos por el gobierno para continuar con su actividad docente, acciones que le fueron sugeridas por la CDU  alemana para evitar la reprobación en el Parlamento, le han hecho merecedor del mismo, pues la CDU le ha retirado su confianza.

La base de esta negativa viene dada porque Orbán, cuyas aspiraciones de poder son infinitas, sigue con su sueño, patológicamente documentado, de convertirse en el líder de los movimientos nacionalistas y de extrema derecha de la Unión Europea, cuya fuerza espera se va a hacer sentir  después de las próximas elecciones del Parlamento Europeo.

Orbán, que en los temas de la oposición al reparto de cuotas de refugiados y a la admisión de migrantes, ha sido elogiado, tanto por el ministro del interior de Italia, Matteo Salvini, como Sebastian Kurz, canciller de Austria. Siente el viento de cola a sus propuestas dada la fuerza que van tomando los diversos grupos nacionalistas y de extrema derecha que han aparecido y/o que se mantienen en diversos países europeos como Francia, Holanda, Alemania, Polonia, Suecia, Finlandia, Grecia etc. 

Su discurso, que reduce todos los problemas de Europa al tema de la migración, lo sitúa en torno a la pérdida de la soberanía de los Estados. Hecho que no lo ve  incompatible con el seguir gozando de la ayudas de los Fondos Estructurales, que en Hungría suponen en torno a un 6% de su PIB. La paradoja es que cuando se planteó en el seno de la UE que se dedicaran fondos a los países de donde provienen los migrantes, para prevenir los flujos migratorios, Hungría votó 'no'.

Un elemento que hay que considerar, es que Europa Central y del Este, por razones históricas, tiene más miedo que las sociedades occidentales cuando las decisiones se toman fuera del país. El cordón sanitario que se creó tras a Primer Guerra Mundial, alrededor de Rusia a través de una serie de creaciones artificiales de Estados, basados en elementos constitutivos étnicos, como quedó demostrado tras la II Guerra Mundial, era muy frágil y se pagó un alto precio por ello.

Inmediatamente después de su varapalo en el Parlamento Europeo, Orbán se ha desplazado hasta Rusia para entrevistarse con Putín. Hay que recordar que se ven dos o tres veces al año y resulta curioso que su ministro de Asuntos Exteriores, Péter Szijjártó, haya declarado que esta visita es muy importante en temas económicos y en términos de seguridad para Hungría.

Orbán es un animal político que rechaza hacer concesiones, por su concepto y ansia ilimitada de poder, reflejo de su pérdida del sentido de realidad. Esto le lleva a plantearse hoy, una vez doblegada Hungría a su dictado, el llevar la batalla a nivel europeo, y a fijar a Macron como el líder que se opone a su tesis. Esta es la línea central de su política y para ello juega con la baza de que si persiste los movimientos migratorios en intensidad, dimensión y concentración en el tiempo van a ser inadmisibles para la población europea que, más allá de los políticos, va a reaccionar y derivar una parte importante de sus votos hacia la extrema derecha.

Pero Orbán se equivoca. La base ideológica no es suficiente para crear en el Parlamento Europeo un conglomerado de países para tomar el poder y cuando se entra en detalles se puede observar que, en término concretos, la visión de Salvini difiere de la suya o que como Jimmie Akesson, presidente de los Demócratas de Suecia, proclamó: "El Estado de Derecho es intocable en Suecia”.

La oposición, recriminó el pasado lunes a Orbán, en sesión parlamentaria, por la manipulación que el Gobierno ha hecho de la noticia, tanto de su posición como ante  de la sesión del Parlamento Europeo. La pregunta es: ¿por qué este ataque no lo hicieron antes de su comparecencia? Lo hacen después, por cobardía, para no ser tratados de traidores. Por tanto, esperar un cambio de esta oposición es ilusorio.

Algo huele a podrido en Hungría y empieza sentirse un cierto olor a fin de este régimen autoritario, junto al drama de que no se ve políticamente una alternativa de una persona o de un partido. Quizás nos dirijamos hacia una implosión desde dentro, como la que en su día sucedió en la Unión Soviética. En cualquier caso, el tiempo lo dirá.