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Entrevista en Castilfrío

Contra el populismo.

Contra el populismo. Javier muñoz

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¿Qué es Castilfrío? Es lo primero que se preguntará el lector. Aclaración necesaria, un pueblo remoto de las Tierras Altas de Soria, como las bautizara en su momento el poeta Antonio Machado. Tiene apenas conexión con Internet y las noticias llegan, pero es muy fácil desconectar. Así que por hoy intentaré hablar poco de política y más de cultura.

Decía Ernest Hemingway que cualquier escritor o por extensión, aspirante a ello debe frecuentar el trato de escritores consagrados. Es mi caso de historiador en ciernes con vocación de escritor, así que allá iba. ¿En busca de quién o de qué? Primero en compañía de mi maestra-amiga de toda la vida, y al encuentro o reencuentro de amigos; segundo a la búsqueda, siguiendo la recomendación de Hemingway, de un escritor consagrado, en este caso, además otrora protagonista literario de la televisión: Fernando Sánchez Dragó.  Sí, ya lo sé, Dragó ha sido tan polifacético como polémico, y quizás esta columna me valga la etiqueta de haber sido políticamente incorrecto, pero en la vida hay que arriesgar alguna vez.

Así que allá fui al choque, a pecho descubierto con Dragó. Como el Martin Eden de Jack London que busca hacerse paso en el mundo de la literatura y conversa con un veterano escritor. Iniciada la entrevista, que versa sobre la decadencia de la prensa y del mundo editorial, me doy cuenta que Dragó es el Yin, y yo el Yang. O al revés. Oriente frente a Occidente. Nietzsche frente al orden. Qué le voy a hacer, sigo siendo formal, serio, sentimental, feminista y socialdemócrata en todas partes. Eso sí, coincidimos es en la decadencia del mundo editorial, de la prensa, del mundo cultual. Ya no hay Pedro J. o Cebrián que mantenga un imperio como los de otros tiempos.

Efectivamente era Felipe González quien diferenciaba entre opinión pública y opinión publicada, como indicaba y reafirmaba el escritor en su última columna en El Mundo. La opinión publicada, en su mayoría está controlada por los poderes fácticos político-económicos: correcto y comprobado. Pero la opinión pública, ¿qué es y cómo se mide? Ni a través de encuestas, ni por los comentarios a pie de las columnas de las tribunas. En la calle. Y es que no hay que confundir opinión pública con populismo, verdadero enemigo de la Europa que defiendo a capa y espada, frente a los separatismos que nos pretenden hundir y desunir. Porque sabe tanto o más de la vida el pastor de un pueblo de Soria, que un intelectual; lo mismo una jubilada de Puerto Rico, que Donald Trump. Trump, por cierto, a pesar de su estrategia “antistablishment” ganó “contra el pueblo”, pues Hillary Clinton obtuvo más voto popular. Al destierro con los populismos.

Así que termino, recomendación, que sirve también para los políticos que nos dirigen en tiempos de zozobra: dejar de lado el sondeo sociológico, las encuestas precocinadas. Conversar más con la gente de la calle, de sus problemas, de sus inquietudes;  mezclarse con la vida, que diría Hemingway; y en segundo lugar pero no menos importante, leer más. Todo está en los libros que canturreaba aquel programa por mi añorado. En el Libro de La Selva de Kipling. En La Isla del Tesoro de Stevenson. En Los tres mosqueteros de Dumas. Hasta en un gato hay sabiduría. Seguiremos.