Como suele, Pedro García Cuartango me deleita una vez más por la agudeza de sus comentarios. El título del de este lunes en un diario madrileño, aún obvio y evidente, es de agradecer que él considere conveniente hacerlo patente: “No cabe la tolerancia con el intolerante”.
Escribe sobre los insufribles Puigdemont y Torra y sus inaguantables postulados sobre lo demócratas que son ellos y su independentismo y su apropiarse de lo que es de todos y su encarnación de las más altas virtudes ciudadanas en su romántico supremacismo.
En la mitad del artículo introduce una cuña en apoyo de su tesis centrada hasta entonces en lo que implican y representan los citados líderes xenófobos: “Sin ir más lejos, un grupo de intolerantes insultó anteayer (el sábado 4) a Pablo Casado en Vitoria por decir algo tan obvio como que las manifestaciones de apoyo a los terroristas de ETA no deben ser permitidas porque en ningún país decente se consiente la apología del tiro en la nuca”.
Con ser verdad lo que escribe Don Pedro se queda corto, porque al político popular le habrían insultado y amedrentado aunque hubiera realizado con bozal su trayecto vitoriano. Estoy seguro de que eso que dice Don Pedro no lo dijo Don Pablo en el escenario de su escrache. No sé si lo hizo antes o después. Es igual, en el ADN de las bestias está perpetrar bestialidades.
Vuelvo por donde empecé: Cuando pienso en nacionalismo tengo que repensar para no irme irremisiblemente a terrorismo. Algunas veces lo consigo. En Cataluña aún se está a tiempo de que esta concatenación de conceptos no vaya a más.
Y concluyo: que manía la de aludir a la organización terrorista, independentista y marxista vasca si artículo, a secas ETA. Se la despoja de la mención directa de su naturaleza criminal, como la Mafia, la Cosa Nostra, el KKK.