A Soraya le están creciendo los enanos. Su discurso de indiscutible ganadora con la mano tendida por generosidad va perdiendo cada día puntos. Casado se hace fuerte en su postura y cada vez suma más aznarismo a su alrededor -la nostalgia de un pasado irrepetible-.
Pablo Casado parece haber aguantado con fuerza la embestida del papeleo del Máster. A Soraya -por aquello de tener mano en el CNI- se le otorga desde el bando contrario (que es más de dos tercios del PP) el poder de haber podido frenar a otros candidatos. Todo(s) apunta(n) a que detrás del Caso Máster está la ex vice. Los mentideros presentan a Sáenz de Santamaría como esa titiritera que manejaba las cuerdas de las cloacas del Estado. ¿Qué sino pudo ocurrir para que Feijóo se sentara a mirar una carrera que tenía ganada? ¿Qué ha llevado a Feijóo a declarar que la unidad -esa por la que clama Soraya- debe llegar antes, durante o después del Congreso? ¿Es un apoyo del gallego a Santamaría?
A Soraya se le otorga un poder casi sobrehumano que pasa por el control de toneladas de información comprometedora: Casado lo sabe y se presenta como un contrario seguro de sí mismo y, lo más importante, seguro de su pasado. Soraya no le puede hacer más daño que el que ya le ha hecho con el Máster. Ahora, de igual a igual, la lucha está servida...
Soraya parece haber errado en esa estrategia que todos los analistas señalan sin señalar como suya: el descrédito hacia sus compañeros a base de filtraciones. Casado va a dar guerra hasta el final y para ello está desenterrando figuras que creíamos inertes: hoy mismo Aguirre se ha lanzado contra el cuello de Santamaría para apoyar a Casado. Así, en la papeleta del Congreso los compromisarios tendrán que responder a una pregunta similar a aquella de "O yo o el caos"... O Soraya o el retorno del aznarismo.