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Honradez y coherencia política

Pablo Iglesias e Irene Montero convocando la consulta a las bases de Podemos.

Pablo Iglesias e Irene Montero convocando la consulta a las bases de Podemos.

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La política debe ser el vehículo por el que la sociedad prospere hasta las máximas cotas de bienestar posible. Haciendo valer el orden y la ley, para proteger a todos por igual. Ejerciendo con responsabilidad, nuestros derechos y deberes. Más allá, está el desorden encabezado por quienes no respetan las normas de convivencia que nos hemos dado entre todos.


A los políticos se les exige que sean correctos en sus actuaciones. Sobre todo, en lo que se refiere a las cuentas públicas.


Los conductores de la sociedad, no son santos. Nadie lo somos, y menos, cuándo se tiene un caramelo tan exquisito que gestionar.


En la vida hay de todo. Los hay honrados, y, los que no lo son tanto. La Historia relata claramente todos los casos conocidos.


Al político de derechas, se le pasa que sea un gran empresario, que atesore fortunas, y que lleve caros zapatos y trajes a medida. Forma parte de su personalidad, no sería tal, de no ser así.


Al político de izquierdas, se le exige humildad, escasos recursos económicos, una pisito en un barrio obrero, haber cursado sus estudios en la enseñanza pública, que acuda a la medicina pública, y, que no tenga un plan de pensiones privado, y mucho menos, inversiones en bolsa. Forma parte del discurso de izquierdas, por lo que no se concibe otra cosa.


El pensamiento conservador, avanza conforme maduramos, porque cuando nos vamos haciendo mayores, la experiencia nos hace progresar, formamos una familia (o no), nos asentamos económicamente, tenemos alguna propiedad, alcanzamos nuevas y mejores cotas de bienestar.


El pensamiento revolucionario, es más propio de jóvenes. Todo está por hacer, y necesitamos reclamar un lugar en el mundo. 


La honradez debería ser la piedra angular de todo proyecto político, y más en la izquierda. Si eso fuese así, España sería más rica y próspera. 


Ser honrado no solo significa, no trincar la pasta. También comporta la realización de buenos proyectos que conduzcan a la prosperidad de la sociedad.


De máxima actualidad está el chalet de Pablo Iglesias e Irene Montero. Siendo presionados por propios y extraños, como consecuencia de su falta de coherencia política, por haber comprado una casa que no cuadra con su ideario político.


No han cometido ninguna irregularidad. El problema estriba en que no cuadra con lo predicado, o al menos, con el concepto de político de izquierdas que todos tenemos en mente.


En el otro lado de la balanza, tenemos políticos de otras formaciones, que de la nada, han atesorado grandes fortunas. Algunos son protagonistas de juicios (todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario).


Cierto es, que no es equiparable, la compra del chalet, con el enorme agujero negro de la corrupción protagonizada por numerosos cargos públicos, que recorre la geografía española. Sin embargo, desde el punto de vista ideológico, sí que existe un paralelismo. 


En asuntos de dinero, la balanza es diferente para la derecha que para la izquierda. En cambio, cuando se trata de gestionar, no debe hacerse distinción. 


En en éste país de pillos, a unos se les justifica y, a otros se les dilapida. Se supone que la honradez debe formar parte del ADN de la izquierda y, que la riqueza forma parte del pensamiento de derechas . Es posible, que a otros niveles, así sea. Por el contrario, a nivel político, jamás debería de ser así. Teniendo todos la misma vara de medir.