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Europa necesita “más alma”

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"Debemos dotar a Europa de más alma", puede servir de resumen del coloquio celebrado recientemente por la Fundación Valores y Sociedad y la Fundación Villacisneros, dentro de su ciclo "El necesario fortalecimiento de España". El debate versó sobre "La defensa de las raíces cristianas de Europa" en la que tomaron la palabra Jaime Mayor Oreja, el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, y el periodista Hermann Tertsch.

Los tres disertaron sobre la pérdida de referentes cristianos de Europa, el relativismo moral y el auge de la ideología de género, entre otros retos que alejan al continente de sus orígenes y lo sitúan a la deriva de extremismos reaccionarios. La crisis no es solo económica, sino de ideas. El exministro Mayor Oreja disertó sobre cómo en el nuevo "desorden" mundial impera un "relativismo moral", que no es más que "la socialización de la nada", que trae una "sociedad líquida" y que se plasma en un "pensamiento débil".

Ahí están los resultados electorales de buena parte de Occidente que van al compás del abandono de valores: "Cada día tenemos menos convicciones", señaló Mayor. "Europa necesita una reconciliación en valores. Una nación encierra unas profundas raíces y tenemos la obligación de buscarlas, encontrarlas y defenderlas", defendió criticando el abandono de las convicciones morales más profundas por parte de los partidos.

Tertsch denunció que la política europea impone la "disolución de identidades nacionales" y prefiere "sociedades moldeables", sin identidad propia. Apenas dos reductos conservan la herencia cristiana del continente: Hungría y Polonia. Hasta el presidente de la laica Francia, Enmanuel Macron, señaló el columnista, ha recurrido a los obispos para sus reformas. "Frente al cortoplacismo y al oportunismo de la política, la sociedad necesita convicciones profundas que se pueden rastrear en nuestros 2.000 años de cristiandad, necesarios también para los que no tienen fe", apuntó. "Faltan anclajes, sobra pensamiento líquido".

Monseñor Munilla afirmó que la pérdida de las raíces cristianas ha derivado en una acción errática en política internacional, como demuestra el "desastre" de intervenciones de Occidente en Oriente Medio, donde los cristianos sufren represalias allí donde antes convivían en paz.

Esto, sin embargo, abre una ventana para la esperanza, según el obispo vasco, convencido de que "el testimonio de esos mártires será una de esas bazas de la Providencia para despertar a Occidente de su letargo, para que Dios nos despierte de la mediocridad".

Desde otro escenario, el norteamericano George Weigel mantiene que “una Europa cristiana no es necesaria o exclusivamente una Europa confesional. Es una Europa que respeta sin límites la igualdad de sus ciudadanos: creyentes y no creyentes, cristianos y no cristianos”. La doctrina social católica, basada en los principios de la ley natural y que propone la visión de una sociedad libre, puede ser aceptada por cualquier ciudadano europeo al ofrecer unos principios ecuménicos e interreligiosos capaces de crear un diálogo fecundo que comprometa a todos.

Para Weigel la futura prosperidad de Europa exige redescubrir la ética en el trabajo, liberar las burocracias de sus trabas nacionales, y resolver el problema de los riesgos que comportan los sistemas de pensiones y los programas de asistencia sanitaria y bienestar social.

No es verdad, como se dice en ocasiones, que el hombre no puede organizar el mundo de espaldas a Dios. Lo que sí es verdad es que el hombre, si prescinde de Dios, lo único que puede organizar es un mundo contra el hombre.