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Las auténticas realidades

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Las sociedades también tienen su tiempo. Como los imperios. Como los dioses. Como las personas. ¡Y no faltaba más! ¡Como los gobiernos!

Preguntémonos por las causas que motivaron la caída del Imperio Egipcio, del Imperio Griego, del Imperio Romano, del Imperio Persa, del Imperio Mongol, del Imperio Babilónico. Preguntémonos por las causas de la desaparición de las grandes culturas y civilizaciones.

Cuatro motivos podrían responder estas preguntas:
1.- Los desastres naturales y la indiferencia del hombre.
2.- El deterioro progresivo de sus ejércitos.
3.- La corrupción, los afanes de poder.
4.- El caudillaje ególatra personal, familiar o gremial.

La “Babel” que la humanidad lleva dentro, inmune a todo intento de cura, carcome inexorablemente la persona, su hábitat, su cultura, su progreso y, en definitiva, su futuro.

Estas realidades nuestras, de libro, ignoradas consciente o inconscientemente, nos están llevando, como no podría ser de otra manera, a la desaparición como ente físico, político, cultural y económico.

Los sistemas, las culturas, las religiones, las políticas, las hemos convertido en herramientas utilitarias. Los egos personales se “realizan” protegiendo los egos “gremiales” que a su vez utilizan las religiones como calmante de fe, esperanza y caridad.

Las estructuras que llamamos “sociales” vienen de la mano del poder, condicionadas a que el bienestar de los “poderes fácticos” no se vea perjudicado. Las culturas conocidas como “populares” se reescriben según las circunstancias sociales y las “convivencias” se mantienen con la ayuda de los predicamentos religiosos interesados.

No se lucha contra el viento, ni contra la lluvia, ni contra el hielo, ni contra la temperatura, no, porque las “cortas realidades” de los políticos y gobernantes ven que “sus hábitats” mantienen el confort, su confort; el futuro de los demás muy poco les inquieta.

Se abandona la protección del suelo propio, de la idiosincrasia de grupo, de la convivencia y, como consecuencia, las fuerzas de un ejército poco valorado se deterioran progresivamente.

Alcanzar y mantenerse en el poder, rodeado de “usuarios bien pagados” sólo se consigue comprando y ofreciendo bienestar por encima de las posibilidades reales; a eso se le llama corrupción.

La historia está llena de todo tipo de caudillos, reinos taifas y jerarquías... engranajes necesarios para estas sociedades que llamamos modernas y que serán precursoras del desenlace final: su decadencia y desaparición.