Opinión

El naufragio de La Medisa

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En 1816 la fragata La Medusa zarpó desde Francia hasta Senegal. Al timón de la misma iba el vizconde Hugues Duroy de Chaumereys, quien había sido nombrado comandante en jefe, más por favoritismos políticos que por su pericia como marinero. Fruto de su inexperiencia y dominado por el ego, el oficial Hugues, desoyendo a los subordinados más experimentados que con él navegaban comenzó a cometer errores, como no podía ser de otra manera; comenzó a distanciándose de las naves que le acompañaban en la singladura, cometió errores en la lectura de los mapas y cuando se encontraba a la altura de Mauritania comenzó a navegar por aguas poco profundas, embarrancando la fragata.

Pese a los intentos de reflotarla, una tormenta hizo el resto, dejando a 400 tripulantes en las fauces y las garras del destino. Construyeron una balsa ya que no había botes suficientes con la pretensión de llegar a la orilla, viviendo un verdadero infierno a partir de ahí, inmortalizado por Théodore Géricault en su descomunal cuadro El naufragio de La Medusa.

Fruto de la cobardía y la negligencia del oficial junto con las atrocidades de los marineros ebrios, hubo motines, hambre y sed e incluso episodios de canibalismo, siendo rescatados tan solo 15 supervivientes. El comandante Hugues se salvó pero se vio sometido a un consejo de guerra  y condenado a tres años de prisión e incluso se pidió la dimisión del Ministro de la Marina. La historia del naufragio nos muestra como alguien investido de autoridad, inexperto y temerario lleva a su tripulación y a su barco al desastre más absoluto.

Salvando las distancias y tras 201 años podemos encontrar ciertos paralelismos con el timonel de ese barco llamado Cataluña, del Govern. Un barco cuyo capitán quiere distanciar del resto, que quizás esté cometiendo incluso errores en la lectura de las cartas de navegación y que a su tripulación no parece llevarla a buen puerto, ya que lo que se está creando es confusión entre los marineros. Esperemos que no encuentren un banco de arena y que tengan que construir una balsa como aquellos, porque entonces será la manifestación más precisa de no haber aprendido nada de la Historia. El cuadro la balsa de La Medusa de Géricault se encuentra en el Museo del Louvbre curiosamente junto al cuadro de Delcroix La Libertad guiando al Pueblo, toda una alegoría en estos tiempos donde hay que defender lo obvio.