Opinión

Futuro incierto para la educación en Cantabria

Tres niños con sus maletines escolares se dirigen al colegio.

Tres niños con sus maletines escolares se dirigen al colegio.

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La noticia de esta semana es la destitución de Ramón Ruiz como Consejero de Educación en el Gobierno de Cantabria. Una destitución que se debe más a razones políticas y venganzas en el seno del PSOE de Cantabria que a la falta de profesionalidad en el desempeño de sus funciones. Tras él abandonan también un buen número de asesores y técnicos el proyecto educativo previsto para esta Legislatura.

Cualquiera que se muestre sensible al tema de la Educación será capaz de ver en esta decisión de la nueva ejecutiva del PSOE la gran irresponsabilidad que conlleva apartar a gente que lleva dos años trabajando en un proyecto educativo para Cantabria, esté o no de acuerdo con los aciertos o errores que se hayan cometido en este tiempo.

Pondré por delante el deseo por la mayoría de los docentes y miembros de la comunidad educativa de diseñar un sistema educativo que proporcione la estabilidad y la continuidad necesarias para alcanzar unos objetivos claros en materia de Educación.

Es hora de ponerse de acuerdo todos los responsables educativos, políticos, sindicatos, familias… en qué tipo de educación queremos, qué inversión queremos hacer para conseguirlo, marcando de forma clara y compartida los objetivos y contenidos de la educación, sin debates partidistas, centrándonos en proporcionar a las nuevas generaciones la mejor formación para el mañana.

Basta ya de tanto experimento, basta ya de tanto cambio absurdo, basta ya de tanto postureo y demagogia barata… Cuando en el debate se inmiscuyen la ideología y la política la discusión vela por otros intereses que los meramente formativos. Seriedad señores, no jueguen con el futuro de nuestros jóvenes.

Espero y deseo que antes de la próxima legislatura podamos celebrar la implantación de un nuevo sistema educativo que sea impermeable a los cambios de gobierno o de personas que cumplan las funciones en el ministerio o en las consejerías de educación de los territorios de nuestro país.

Si son incapaces de hacerlo sus señorías, tal vez tengan que ser las propias familias y los docentes que trabajan cada día por mejorar la educación quienes se planten y en pie de huelga exigir a todos los políticos ese plan nacional para la educación de las próximas generaciones de nuestro país.

Porque no queremos ninguna generación perdida, queremos un futuro de éxito para nuestros jóvenes y para España.