Opinión

Aleccionar contra el Estado no es sólo cosa de imanes

Esteladas en la manifestación contra el terrorismo

Esteladas en la manifestación contra el terrorismo

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No estoy tan convencido que la manifestación celebrada el pasado sábado 26 de agosto en Barcelona haya evidenciado la unidad de todos frente al terrorismo yihadista que, hasta hoy, ha segado la vida de 16 personas incluidas dos catalanas, como gusta diferenciar al señor Forn, consejero de Interior de la Comunidad de Cataluña. ¿Dónde estaban las pancartas contra ISIS y el terrorismo? No las ví. Yo, vi otra manifestación.

Más bien, la convocatoria dejó en claro la enorme capacidad de aleccionamiento que el siniestro independentismo ha logrado inculcar en sus fieles. Esa Yihad secesionista a la que, al caer la tarde, de madrugada y a pleno sol convoca desde su minarete, el president Puigdemont, caiga quien caiga. Un president que anhela separarnos, que confunde diversidad con odio y rencor, quien para ofender, premia los errores de su policía local en detrimento de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado español, aquel quien desde su cargo de funcionario del Estado Español en la Comunidad de Cataluña pretende un reino que nunca existió. ¡Nunca!

Con calculada premeditación, la misma con la que aseguran haber adquirido las 8,000 urnas necesarias para el referéndum ilegal del uno de octubre, y muy probablemente con el apoyo institucional que evidenciaban la uniformidad de las pancartas y consignas exhibidas, los fieles del independentismo aprovecharon la ocasión para vejar al rey y al gobierno de España y a todo aquel que oliera a castellano reivindicando una virtual y antidemocrática República catalana y, con ello, olvidando a las victimas, incluidas las catalanas. Una turba que ya no siente ni padece, que actúa como autómata al dictado de su Imán, que en su delirio independentista ha pasado en pocos años de pactar con los amigos de la Batasuna etarra y pedir a la banda que los atentados fueran lejos de Cataluña, a culpar ahora al rey Felipe de financiar el terrorismo. ¡Canallas!

Aplaudo el gesto y valentía del monarca asistiendo a la manifestación sabedor de lo que le esperaba. No debió ser fácil, pero la imagen de la institución se ha visto fortalecida ante tanto mediocre.

Yo, al contrario de otros, si tengo miedo al terrorismo. ¡Mucho!, especialmente al de aquellos que utilizan a los fieles para atentar contra el Estado. Aleccionar a los partidarios del secesionismo contra España y sus instituciones es tan criminal como hacerlo desde el miḥrāb de una mezquita salafista.

Pobres títeres pro independentistas, ignoran la similitud, como desconocen los hilos que les mecen, pero cada día que el sol se pone por occidente veo en ellos la fe ciega que luce Mohamed Yassin Ahram Pérez, ese joven cordobés, hijo de la Tomasa, que ahora lucha en Siria en favor de otro virtual estado, el islámico, y que, en su desconocimiento histórico, amenaza con recuperar aquel Al-Ándalus que se autodestruyó.

La pregunta pasa por saber qué será de los partidarios más radicales del independentismo catalán el día que al fin oigan y vean, que entiendan que no hay posibilidad de aplicar en el territorio español su absurda Ley de Desconexión, que han convertido a Cataluña en el hazmereir de la UE, que no habrá plebiscito el primero de Octubre, y que en la irremediable deriva del "procés", el señor Junqueras, pactará con el diablo, o con quien le escuche, con tal de seguir llamando a los fieles a la oración y venderles la idea de un nuevo proceso constituyente a la catalana que los mantenga enajenados. Pero, ¿qué será de los radicales que se sientan traicionados por su Imán. Aceptaran el nuevo rumbo, o mutaran en algo aún peor?