Opinión

El árbol naranja entre muros

La sede de Cs en Hospitalet tras sufrir un ataque.

La sede de Cs en Hospitalet tras sufrir un ataque.

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La política española gira en torno a muros ideológicos que colisionan periódicamente una vez cada cuatro años y hasta la llegada de ese puntual choque se elevan sin injerencias cada uno por su lado.

Esos muros han sido construidos sobre cimientos rígidos e inmutables que hacen que lo que actualmente está a la vista dependa y se base en lo que antaño se cimentó. Ideologías rígidas que mantienen fieles a muchos votantes, pero que reducen al mínimo las expectativas de cambio imprescindibles por la propia evolución sociopolítica humana.

El PP se cimenta sobre movimientos políticos anclados en una ideología religiosa conservadora que ha fracasado en la historia de forma repetitiva, en alguna ocasión con terribles consecuencias.

El PSOE es sucesor de movimientos obreros de una época en la que los derechos sociales y laborales no existían, pero que pronto obvió su loable cometido y fracasó acuciado por la corrupción y las desigualdades impositivas allá donde gobernó. Podemos, heredero del comunismo radical, mantiene el discurso revolucionario de antaño, aquel que mostró sus peores consecuencias allá donde alcanzó el poder, y se mantiene, como PP y PSOE, preso de sus postulados.

Estos tres muros forman un triángulo cerrado que parece no dejar espacio para nadie más, pero no es así. Entre esos tres muros ha crecido un árbol que ya se eleva dejando ver su copa por encima de esas paredes.

Ciudadanos nace libre de ideologías de antaño y puede, debe y quiere crecer sin rígidas definiciones que pudieran entorpecer su evolución natural actual. Su tronco pude oscilar para elevar sus ramas en la búsqueda del sol de las políticas necesarias para el progreso ciudadano. Es precisamente de eso de lo que se acusa a este partido por los intransigentes: su no definición entre izquierda o derecha. Ciudadanos es libre de los grilletes de la política del siglo pasado, no crece entre los barrotes de la intransigencia de derecha e izquierda y así se fija como único objetivo el bienestar de la mayoría.

El árbol naranja crece y dirige sus ramas a los problemas que la población sufre, ofreciendo sus frutos a pesar de que son los muros los que dirigen el país.
Es tiempo de derribar muros y exigir a la política que sea la solución a todos los problemas, con agilidad y sin los grilletes de la intransigencia ideológica de antaño.