Opinión

El campo se muere

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El campo se muere y no va a ser el calor quien lo va a matar, lleva mucho tiempo soportando condiciones atmosféricas adversas, en cambio el golpe final se lo va a asestar la especulación.

Quienes vivimos en el ambiente rural, comprobamos que los jornaleros cada mañana esperan junto a los árboles a que los primeros rayos del sol permitan el inicio de la jornada de recolección. Si prestamos atención a sus conversaciones, podremos escuchar que cada año piden más calibre, da igual el tipo de fruta, la máxima es mayor calibre a menor precio.

Es fácil adivinar quién es el agricultor, suele ser quién más se rasca la cabeza, al ver la cantidad de jornales que tiene que abonar y el incierto precio que va a obtener de la cosecha. Por el contrario, basta con darse una vuelta por cualquier superficie comercial para comprobar que la fruta que en origen se paga a escasos 0.40 céntimos de euro por kilogramo, la mejor de las veces, ha multiplicado su precio de forma exponencial y como por arte de magia.

Para algunos bolsillos, resultará un artículo de lujo. En cambio, para el agricultor será el motivo de su ruina económica, teniendo que hacer frente a los gastos ocasionados, las más de las veces con préstamos bancarios que en alguna ocasión llevarán al temido desahucio, a perderlo todo para siempre…

Mientras los políticos, afanados en hacer de cada solución, un verdadero problema, discuten hasta la náusea si son galgos o podencos, mientras que el enfermo agoniza esperando una cura milagrosa. En una región como Extremadura, asistir cada año a este suicidio colectivo, en el cual las cooperativas han demostrado no funcionar, la industria brilla por su ausencia y se habla de futuro esperanzador, mientras los bancos anuncian financiación para la campaña agrícola, tras haberles regalado 60.613 millones de euros que no recuperaremos nos hará entender que cuando la estafa es enorme ya tiene un nombre decente, animo al lector a que elija uno.